Entre la democracia y la barbarie

Debido a las atrocidades que suceden en la actualidad en todos los poderes del Estado ecuatoriano, este artículo pretende realizar una breve síntesis de la pérdida de la democracia según el pensamiento de Jean Jacques Rousseau (1712-1778), quien en su época se caracterizó por las críticas contra el régimen y la sociedad. Rousseau tildaba a la población de egoísta y competitiva; palabras que también coincidió el Papa Francisco: “la sociedad necesita un yo responsable y no egoísta”.
Cuando el Estado no puede garantizar la democracia y el presidente no respeta la constitución y sus leyes, ¿qué le espera a Ecuador? En este sentido, Robert Rotberg (2003) señaló que “los Estados-nación fracasan porque se ven convulsionados por la violencia interna y ya no pueden ofrecer bienes políticos positivos a sus habitantes. Sus gobiernos pierden legitimidad, y la propia naturaleza del Estado-nación se vuelve ilegítima a los ojos y en los corazones de una creciente pluralidad de sus ciudadanos” es decir, un Estado fallido.
Rousseau planteó la necesidad de elaborar un nuevo contrato social, que provoque el nacimiento de una sociedad renovada. Una sociedad utópica, que estaría basada en la solidaridad entre los hombres y en la igualdad. Además, trató acerca de la soberanía, donde su modelo de democracia directa evitaba la separación entre el poder legislativo y ejecutivo, porque la soberanía es única y representa la voluntad del pueblo. Sin embargo, el mismo Rousseau aceptaba que esto es posible solo en pequeñas comunidades y con una población conformada por “dioses”, no por hombres. La exégesis de un país dotado de elevadas virtudes morales basadas en el compañerismo, el respeto a los semejantes y a la libertad. Cruelmente, al año 2025 todavía no somos esa utópica sociedad de “dioses”, pero sí existen gobernantes que se creen Mesías y pueden hacer y deshacer las leyes.
Razón tuvo Immanuel Kant, al vaticinar que el género humano está en continuo progreso hacia lo peor o en un eterno estancamiento. Al parecer, a este país le esperan más días oscuros a fin de encontrar una curación, la que resultará más dañina que la enfermedad. Ecuador, necesita replantearse una convivencia equitativa entre sus ciudadanos que fortalezca su organización política. Pues “para que los hombres puedan vivir juntos sin caer en la anarquía y la guerra, es necesario un Estado fuerte” (Thomas Hobbes). (O)