Tradición y ciencia

Columnistas, Opinión

La Acupuntura, una práctica milenaria originada en Asia, tiene sus raíces en la Edad de Piedra. En el antiguo pueblo de Kozoson (Corea), se encontraron agujas de piedra utilizadas para punción externa, evidenciando su uso terapéutico temprano. En China, durante la dinastía Han (206 a.C.–220 d.C.), el célebre médico Hua Tuo perfeccionó esta técnica, desarrollando métodos para evaluar la vitalidad orgánica a través de la observación de puntos específicos en los brazos. Posteriormente, en la dinastía Tang (618–907 d.C.), el doctor Wang Bing dedicó su vida a organizar y revisar el Su Wen, un texto clásico de medicina interna que sistematizó los fundamentos teóricos de la acupuntura. Durante la dinastía Song (960–1279 d.C.), la Acupuntura alcanzó un notable desarrollo con la creación del “Hombre de Bronce”, una figura de tamaño natural con puntos de Acupuntura perforados, utilizada como herramienta didáctica. 

En 1955, China reconoció oficialmente la Acupuntura, equiparándola a la medicina occidental y promoviendo su uso complementario. En Japón, donde llegó en el siglo VI, la Acupuntura se integró con tecnología de vanguardia en centros hospitalarios especializados. Estudios modernos, incluyendo ensayos clínicos a doble ciego, revisiones sistemáticas y metaanálisis, han utilizado herramientas como resonancia magnética de alto campo (3T), resonancia magnética funcional (RMf), angiografía por resonancia magnética (ARM), medios de contraste y termografía infrarroja para demostrar su eficacia. Estas investigaciones han confirmado que la acupuntura estimula respuestas fisiológicas medibles, consolidándola como una práctica segura, inofensiva y eficaz. Hoy en día, la Acupuntura cuenta con un auge global, con numerosas sociedades 1 internacionales en Asia, América, Europa y Oceanía. Su simplicidad, combinada con su capacidad para tratar diversas afecciones sin efectos adversos significativos, la ha convertido en una opción terapéutica atractiva.

La Acupuntura se distingue por su enfoque holístico, basado en los fundamentos filosóficos orientales que consideran al ser humano como una unidad indivisible de mente, cuerpo, espíritu. Mientras que la medicina oriental busca restaurar, prevenir y curar mediante el equilibrio y la preservación, la medicina occidental tiende a ser agresiva, enfocándose en suprimir síntomas o combatir enfermedades, a menudo mediante intervenciones invasivas. Esta diferencia de enfoques no implica una superioridad de uno sobre otro, sino la posibilidad de complementariedad. La Acupuntura, al integrarse con la medicina convencional, puede potenciar los beneficios terapéuticos, centrándose en el bienestar integral del paciente. Al evaluar una enfermedad, es crucial considerar las ventajas y limitaciones de cada enfoque para diseñar estrategias combinadas que optimicen los resultados.

La Acupuntura, como pilar de la medicina integrativa oriental, representa un puente entre la sabiduría ancestral y la validación científica moderna. Su capacidad para tratar al ser humano como un todo, junto con su eficacia demostrada, la posiciona como una herramienta invaluable en el cuidado de la salud. En un mundo donde la medicina busca soluciones integrales, la acupuntura invita a reflexionar sobre la importancia de combinar tradición y ciencia para promover el bienestar del paciente. (O)

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