¿Normalizar la estupidez? 

Columnistas, Opinión

Querido lector, cuando redacté el presente artículo busqué un eufemismo para reemplazar la palabra “estupidez”. Sin embargo, decidí que a este problema social no hay que tocarlo con algodones, ya que las consecuencias de normalizar la estupidez han provocado que vivamos en una sociedad retrógrada que conspira contra el pensamiento crítico, en una comunidad que no reflexiona ni analiza.

Es una ironía, que a través de años de investigación en tecnología para desarrollar el intercambio de libre de información (internet), el ser humano deshizo el objetivo inicial de sus creadores, porque conforme a las palabras de Umberto Eco “las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas”. Además, las pantallas de los dispositivos tienen hipnotizados tanto a niños como adultos, que son adictos a usar plataformas digitales, convirtiéndose en zombis adeptos de influencers, quienes usan los medios virtuales con el fin de explotar la vulnerabilidad humana y transformar la atención en una mercancía, como lo señala Jaron Lanier en su libro “Diez razones para borrar tus redes sociales de inmediato”.

También, la mentira instaurada en los canales de comunicación, por medio de narrativas falsas, creadas por profesionales especializados en generar controversias y sesgar a la población. Al puro estilo de Joseph Goebbels, ministro de Propaganda del tercer Reich, manipulan a los incautos que creen en cualquier tipo de mensaje y publicidad. José Ortega y Gasset tuvo razón al señalar: “La masa no tiene ideas propias, sino que se deja llevar por las ideas que le vienen de fuera, y estas no siempre son las mejores ni las más sabias”. “La masa, (…) puede llegar a ser peligrosa cuando su impulso se une a la ignorancia y a la falta de criterio”.

La sociedad se ha rebajado a límites inimaginables. Una sociedad arrastrada por las decisiones de líderes faltos de inteligencia y razón. Debido a que los ciudadanos se han convertido en cómplices de los políticos, que han hecho de Ecuador un Estado con ausencia de derecho, donde se ha judicializado la política y se ha politizado la justicia. Por estos motivos, el pensamiento crítico y la reflexión son más importante que nunca, porque el pueblo debe tomar decisiones informadas y no seguir a las voces de los tontos ni las locuras de los insensatos. “El pensamiento crítico es la actitud que permite a la persona discernir y valorar las ideas, en lugar de aceptarlas sin cuestionar, y así mantener su libertad y autenticidad” (Ortega y Gasset). (O)

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