El cooperativismo

Columnistas, Opinión

El cooperativismo surge como una respuesta a las desigualdades sociales y económicas generadas por la industrialización. Allá, en la lejana Inglaterra, los trabajadores buscaban mejores condiciones de vida y trabajo, donde puedan tener control sobre los medios de producción y mejorar sus beneficios. Pensadores como Robert Owen, con sus ideas sobre comunidades autosuficientes y trabajo asociado, sentaron las bases para el desarrollo del cooperativismo, que nace como una propuesta de organización económica basada en la solidaridad y la ayuda mutua. 

En Ecuador, la filosofía cooperativista, es difundida por líderes sindicales, intelectuales y políticos, con fecundo inicio a principios del siglo XX, generado por los valores corporativos de colaboración y ayuda mutua entre sus miembros, orientados a satisfacer las necesidades económicas, sociales y culturales de familias populares. Este movimiento tiene un crecimiento sostenido en el tiempo, abarcando a diversos sectores del pueblo como artesanos, campesinos, agricultores y trabajadores. 

Para esas épocas, el ahorro y el crédito, son los pilares de la economía de muchas familias de bajos ingresos, que se sostiene con pequeños negocios de artes y oficios, brindando trabajo a desempleados, menesterosos, agricultores pobres y campesinos migrantes. Para este grupo que se les hace muy difícil adquirir insumos, maquinaria, herramientas, vivienda o estudios por su falta de poder adquisitivo, surge el cooperativismo con sus ventajas y posibilidades, convirtiéndose en un sector dinámico en constante evolución, con un papel crucial en el desarrollo económico y social, especialmente con la inclusión financiera y la participación de la ciudadanía. 

Hoy, el movimiento cooperativo, enfrenta duros retos, impuestos por el sistema económico social vigente que le impulsa a encontrar soluciones factibles y concretas para corregir sus debilidades. Muy aparte de la tipología de cooperativas, es el sector de las cooperativas de ahorro y crédito, las que tienen un papel preponderante en la dinámica económica, urbana y rural como organismos financieros locales, canalizadores de microcréditos productivos populares; razón por la que se le considera como uno de los mecanismos más eficientes para el desarrollo local, provincial y regional. 

Ante penosos casos suscitados en algunas cooperativas de ahorro y crédito cerradas, le corresponde al movimiento cooperativo afianzar su credibilidad social e incentivar la participación organizada y total de la comunidad; para la planificación y ejecución de programas y proyectos que alivien la pobreza, favorezcan el desarrollo equilibrado, inclusivo y más equitativo de la sociedad. La reciente Ley de Integridad Pública en Ecuador introduce cambios significativos para las cooperativas de ahorro y crédito, permitiendo que algunas de ellas se transformen en bancos privados, según la Disposición Transitoria Décima Primera de la ley. Esta disposición ha generado controversia y preocupación entre las cooperativas, que ven amenazado su modelo de negocio y principios cooperativos. A los socios, directivos y empleados, les urge emprender en actividades que repotencien la razón de ser una cooperativa, con programas de educación financiera, capacitación en negocios y empleo responsable del crédito que, respondan a los desafíos que imponen los tiempos actuales y favorezcan la adopción de nuevos métodos de gestión y estilos de dirección.  (O)

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