Un joven gobierno

El sábado 24 de mayo 2025, se realizará en el Palacio Legislativo la ceremonia de investidura y colocación de la Banda Presidencial al presidente Daniel Noboa y María José Pinto como vicepresidenta, un día histórico para la patria porque se conmemora un aniversario más de la Batalla de Pichincha, un hecho simbólico para el país, que consolidó su independencia en 1.822; en la historia reciente del Ecuador, pocos mandatarios han tenido el escenario político que hoy ostenta Daniel Noboa: un control efectivo del poder Ejecutivo y una mayoría operativa en la Asamblea Nacional. Esta situación le otorga una ventaja que puede marcar un antes y un después en la gestión pública. La gobernabilidad no va hacer un obstáculo y, por tanto, tampoco la Asamblea puede ser la coartada para incumplir promesas de campaña.
Durante los meses previos a su elección, Noboa tejió un discurso fresco, cargado de propuestas que resonaron con la ciudadanía harta de la ineficiencia, la inseguridad y la corrupción. Ofreció reformas profundas, generación de empleo, lucha frontal contra el crimen organizado, modernización del Estado y un modelo económico sostenible. Ahora, con el respaldo legislativo que muchos de sus antecesores envidiarían, su palabra debe convertirse en política pública, su visión en leyes concretas, y su liderazgo en resultados verificables. La victoria de Noboa marca un punto de inflexión en la historia reciente de Ecuador. Llega al poder en un momento particularmente complejo, con altos índices de violencia vinculados al narcotráfico, una economía golpeada por el desempleo y el subempleo y una ciudadanía escéptica ante las promesas de campaña. En este contexto, su gobierno tiene el enorme reto de devolver la confianza a la población y fortalecer el Estado de derecho. Uno de los pilares fundamentales para lograrlo será, sin duda, la educación.
Apostar por una educación inclusiva, adaptada a las demandas del siglo XXl y con énfasis en el pensamiento crítico será esencial no solo para reducir las desigualdades, sino también para consolidar una democracia participativa y resiliente. Desde estas líneas, auguramos al presidente electo Daniel Noboa Azin el mayor de los éxitos en su gestión. Que su juventud, energía y visión fresca se traduzcan en acciones concretas que mejoren la calidad de vida de los ecuatorianos. Este es un momento decisivo para Ecuador, y la responsabilidad histórica que asume es inmensa. Que la democracia se fortalezca, que la esperanza se mantenga viva y que la educación sea el eje transformador del presente y del futuro, suerte Daniel. (O)