El ocaso del correismo

Columnistas, Opinión

La instalación de la Asamblea Nacional de Ecuador el 14 de mayo de 2025 marcó un punto de inflexión en el panorama político, evidenciando el declive de la Revolución Ciudadana (RC), el movimiento liderado por Rafael Correa. Con 151 asambleístas juramentados en Quito, el nuevo período legislativo refleja un cambio en las dinámicas de poder, donde el correísmo, aunque sigue siendo relevante, perdió terreno frente al oficialista Acción Democrática Nacional (ADN).

En las elecciones del 9 de febrero de 2025, RC se quedó lejos de la mayoría absoluta (77 escaños). Este resultado, una caída significativa respecto a su dominio en períodos anteriores, señala el ocaso de su hegemonía. Factores como el desgaste tras una década en el poder (2007-2017), acusaciones de corrupción y la polarización generada por su estilo confrontacional han mermado su apoyo. Además, la inhabilitación de figuras como Priscila Schettini por sanciones de violencia política de género debilitó aún más su bancada.

La sesión inaugural, presidida por Anabella Azín (ADN), destacó por un discurso de unidad que contrastó con la retórica divisiva asociada al correísmo. La elección de Niels Olsen como presidente de la Asamblea, con el respaldo de ADN y bancadas minoritarias como Pachakutik (9 escaños), consolidó un bloque anti-correísta que promete marginalizar a RC en la toma de decisiones clave. Este escenario obliga a los correístas a negociar en un contexto donde su influencia es limitada, algo inédito desde su irrupción en la política ecuatoriana.

El ocaso del correísmo no implica su desaparición, pero sí una reconfiguración del poder legislativo. La fragmentación política, con ADN liderando pero sin mayoría absoluta, sugiere que el futuro de RC dependerá de su capacidad de adaptarse a un rol de oposición constructiva. Sin embargo, el rechazo de sectores sociales y la percepción de un proyecto estancado en el pasado dificultan su recuperación. La nueva Asamblea, con un 45% de mujeres y un enfoque renovado, podría marcar el fin de una era correísta. (O)

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