Transfuguismo y tránsfuga

Columnistas, Opinión

La Enciclopedia Electoral de la Red de Conocimiento Electoral ACE define transfuguismo como “el proceso en que un miembro del Parlamento se desliga de su partido político a fin de unirse a otro o convertirse en independiente”. Mientras, el Diccionario de la Real Academia Española describe tránsfuga como una “persona que pasa de un partido político a otro”.

La palabra transfuguismo fue inicialmente empleada en Gran Bretaña, con el fin de aludir a los integrantes de la Cámara de los Comunes que cruzaban el recinto parlamentario y se unían al grupo opositor. Winston Churchill tal vez sea el tránsfuga más destacado. Inicialmente, fue conservador, pero se cambió al Partido Liberal y, finalmente, regresó al conservadurismo.

En el contexto ecuatoriano, para caracterizar esta práctica, se emplea la palabra camisetazo, un término coloquial que describe a los políticos que cambian de partido con la facilidad de quien cambia de camiseta. Sin importar el nombre, ya sea transfuguismo o camisetazo, este comportamiento, potencialmente, supone un peligro para la integridad democrática en general.

Abandonar un partido político, asumir una nueva bandera y justificar la separación por motivos personales, es una opción. Nadie quiere formar parte de un colectivo en el que no se siente cómodo. Existe la posibilidad de cambiar de tienda política, de forma coherente, cuando se abandona un partido para integrarse a otro grupo de la misma tendencia ideológica.

Lo que no se entiende es que un político, de repente, deje de ser socialista y se transforme en neoliberal; que abandone la línea conservadora y se convierta en comunista; que evolucione de socialdemócrata a marxista o que se cambie de derecha a izquierda o viceversa. Cuando esto ocurre de la noche a la mañana, se torna sospechoso. Dicho así, para hacer referencia a muchos y evitar alusiones personales. Aun cuando existen motivos justos para reinventarse, en múltiples ocasiones, el transfuguismo ideológico tiene razones que no son éticas.

En el contexto local, los tránsfugas son incontables. Algunos asambleístas y políticos en general coleccionan más camisetas que los jugadores de fútbol. Los rojos de ayer, ahora son azules, naranjas o verdes; los que vestían de amarillo, aparecen cobijados por el color verde, azul o rojo y los que llevaban la bandera arco iris, repentinamente se vuelven morados. La coherencia ideológica no es propiamente una virtud de la política nacional. (O)

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