Ecuador sin desarrollo económico

Columnistas, Opinión

Las intenciones del gobierno central y de otros sectores por cambiar la Carta Magna han sido el pan de cada día por 17 años desde la Constitución de Montecristi. Por tal motivo, algunos constitucionalistas y economistas —no todos, le atribuyen la escasa o nula expansión económica a este importantísimo documento. Sin embargo, bajo una mirada histórica Ecuador ha experimentado pocos auges económicos e industriales, periodos que no se correlacionan con las distintas normas supremas que el país ha tenido en su figura de República (20 constituciones a partir de 1830).

Ahora, la idea de un cambio en la ley fundamental es una estrategia política y comunicacional donde la mayor parte de la población se ha quedado enredada y confundida. La sociedad mira perpleja que los artículos que tienen que ver con la anhelada prosperidad económica promulgada por los voceros oficiales y la opinión pública, son los que tratan sobre la contratación laboral, arbitraje internacional, privatización y facilitar los sectores estratégicos a transnacionales. De una forma u otra, algunos autoritarios en el pasado sí se han salido con la suya,  y los resultados no han sido los esperados. ¿Será que, cambiando la constitución por veintiunava ocasión, mejorará la economía?

Por un momento, se deja aparte de este análisis a las acciones del poder ejecutivo. Existen otros niveles de gobierno desconcentrados como las prefecturas y los municipios que trabajan con el Código Orgánico de Organización Territorial, Autonomía y Descentralización COOTAD, donde estas instituciones tienen la competencia sobre el fomento productivo según los siguientes artículos: 67 (r), 133, 135, disposición transitoria decimonovena y otros. Es decir, prefectos y alcaldes también tienen cierta responsabilidad en la contracción de 2,0% de la economía ecuatoriana en el año 2024 según datos del Banco Central.

Estos gobiernos descentralizados se deslindan de esta responsabilidad porque nadie les mide sus resultados. Pero si son expertos en prácticas populistas aplicadas para permanecer en el cargo y en generar un paternalismo dañino que tergiversa el funcionamiento de un emprendimiento dentro del libre mercado. ¿Acaso las múltiples ferias productivas han disminuido la tasa de desempleo? ¿Los viajes a ruedas de negocios en el extranjero —donde se pasean con dinero ajeno junto a familiares y amigos— han aumentado las exportaciones de la ciudad o de la provincia?, o por simple instinto realizan estas actividades para sus fines personales, políticos e intentar calmar su narcisismo. ¿Podría ser que tienen miedo “tal vez el miedo a perder el poder” (Steinbeck, J.)?

Al final, lograrán lo que quieren. Con la narrativa oficial y los medios de comunicación hegemónicos se encargarán de ensuciar las mentes de los ciudadanos con el mensaje que les convenga, porque todo es parte de un plan, para ellos primero es el negocio y si cae algo de la mesa, eso se entregará al pueblo en un acto “solidario y de filantropía”. Es claro, las autoridades locales son corresponsables de la debacle ecuatoriana. Por el bien del país, el desarrollo económico e industrial debe cristalizarse y dejar de ser componente del discurso del demagogo de turno. (O)

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