“Mamá”

Columnistas, Opinión

“…Brindo por la mujer, mas no por esa en la que halláis consuelo en la tristeza, rescoldo del placer ¡desventurados!; no por esa que os brinda sus hechizos cuando besáis sus rizos artificiosamente perfumados. Yo no brindo por ella, compañeros, siento por esta vez no complaceros. Brindo por la mujer, pero por una, por la que me brindó sus embelesos y me envolvió en sus besos; por la mujer que me arrulló en la cuna. Por la mujer que me enseñó de niño lo que vale el cariño exquisito, profundo y verdadero; por la mujer que me arrulló en sus brazos y que me dio en pedazos uno por uno, el corazón entero. ¡Por mi madre!.. bohemios, por la anciana que piensa en el mañana como en algo muy dulce y muy deseado, porque sueña tal vez que mi destino me señala el camino por el que volveré pronto a su lado. Por la anciana adorada y bendecida, por la que con su sangre me dio vida, y ternura y cariño; por la que fue la luz del alma mía; y lloró de alegría sintiendo mi cabeza en su corpiño. Por esa brindo yo, dejad que llore, que en lágrimas desflore esta pena letal que me asesina; dejad que brinde por mi madre ausente, por la que llora y siente que mi ausencia es un fuego que calcina. Por la anciana infeliz que sufre y llora y que del cielo implora que vuelva yo muy pronto a estar con ella; por mi madre, bohemios, que es dulzura vertida en mi amargura y en esta noche de mi vida, estrella…” Tal como nos recuerda el lindo poema “brindis del Bohemio” por Guillermo Aguirre y Fierro, la madre, ese ser increíble, sublime y adorado, bendición encarnecida de amor en este plano, plano terrenal por el que transitamos, habremos de cuidarla, proveerla y respetarla, además del oportuno y fiel amor  que recíprocamente los hijos deberíamos otorgarles; que no sólo se conmemore un día a estas mujeres, maravillosos seres elegidos para dar vida, sinó más bien todos los momentos de la vida de quienes tenemos la dicha de tenerlas.

Gracias a Dios por las madres, ejes fundamentales de nuestras familias, fuentes vivas de las sociedades en el mundo. Ser madre, es el regalo más sublime que una mujer puede sentir, porque al reconocer ese amor con el que une el alma de una madre con la de su hija o hijo, se reconoce que todo tiene sentido, al refugiarnos en ese hogar que usualmente, encontramos en los brazos de una madre. (O)

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