Día del trabajo

En Ecuador el día del trabajo se conmemoró por primera vez en 1.911, en el gobierno de Leónidas Plaza Gutiérrez, mediante decreto del 23 de abril de 1915, y consagró “El primero de mayo de cada año, día feriado para los obreros y empleados públicos del Ecuador” en 1916, se decretó en el país la jornada de 8 horas laborables, desde ese entonces está estipulado su cumplimiento en la Ley de feriados asueto obligatorio no recuperable, de la misma manera el 1 de Mayo es celebrado en 80 países del mundo, existiendo en otros países la celebración del día del trabajador en otras fechas.
En Ecuador, el principal desafío es erradicar la precarización, incentivar la generación de empleo digno, en condiciones apropiadas y con salarios justos, en especial, en un país como el nuestro, en el que solo el 35% tiene un empleo adecuado, con esta nueva Asamblea y Ejecutivo, hoy es la oportunidad para consensuar con los distintos actores de la cadena productiva en las relaciones laborales, a fin de buscar mecanismos que permitan desde el Estado incentivar la generación de nuevas plazas de empleo, sin afectar las existentes. Pero para llegar a entenderse; es fomentar el diálogo nacional Asamblea Nacional y el Ejecutivo que involucre a todos los sectores como: empresarios, estado, obreros, trabajadores del sector privado, jóvenes, emprendedores, amas de casa, pues, los desafíos son profundos y radicales. Lograrlo, implica deponer posiciones en todos los lados, con el objetivo de llegar a acuerdos básicos y mínimos que permitan sostener salarios dignos, evitar la precarización laboral, darles estabilidad jurídica a los inversionistas quienes, a su vez, podrán garantizar la estabilidad laboral de su talento humano. Lamentablemente se mantiene una ley laboral arcaica, que solo ha contribuido a que unos pocos se beneficien y la gran mayoría busque por su cuenta los mecanismos de generar ingresos.
Y es que la gran mayoría de la población económicamente activa no tiene empleo pleno, es decir no gana más del salario básico. Y es que no se trata de hacerles a un lado a los sindicalistas o dejarlos de escuchar, sino, mas bien, de involucrar a las demás voces, a quienes necesitan generar recursos para sus hogares, a fin de incorporar sus iniciativas hacia una nueva legislación laboral y ese es el trabajo que el Ejecutivo junto con la Asamblea, deben liderar para beneficio de todos. (O)