Un regalo divino

Pareciera que nuestra idiosincrasia, nuestro sistema de creencias, sutil y cruelmente manipuladas hacia el exagerado consumo, nos hace olvidar o ignorar que en la esencia misma del ser humano existe un regalo divino y que es la sincronización de los ritmos biomoleculares y electromagnéticos, como un perfecto proceso dinámico y constante, para crear cada segundo de nuestras vidas, un equilibrio y una capacidad para resistir a la agresión de los tejidos, órganos y sus sincronizadas funciones.
Esta capacidad se llama inmunidad, ya sea innata como cuando los glóbulos blancos rodean, engullen y destruyen sustancias invasoras extrañas o la destrucción por las secreciones ácidas del estómago y las enzimas digestivas de los microorganismos deglutidos.
La resistencia de la piel a la invasión de los microorganismos; la presencia en la sangre de ciertos compuestos químicos que se unen a los microorganismos o toxinas extrañas y los destruyen, lisozimas, que ataca las bacterias y las disuelve; polipéptidos básicos, que reaccionan con ciertos tipos de bacterias y las inactivan; un sistema de unas 20 proteínas que se activa de diversas formas para destruir bacterias, los linfocitos agresores (células naturales asesinas), que pueden reconocer y destruir células extrañas, células tumorales e incluso algunas células infectadas. Otra inmunidad es la adquirida muy específica y poderosa contra elementos invasores como las bacterias, los virus, sustancias nocivas, tejidos extraños de otros animales y las toxinas mortales, aquí el organismo cuenta con mecanismos de reconocimiento para esta invasión en perfecta y fascinante armonía de memoria, cooperación, activación, retroacción.
Las células T y células B con formación de cinco clases de anticuerpos que actúan principalmente de dos maneras: mediante el ataque directo contra el invasor y mediante la activación de una cascada enzimática que ayuda a defenderse contra la infección a través de la activación de una respuesta inflamatoria adquiriendo así múltiples medios para destruir al invasor por sí mismo. La respuesta del organismo suele ser una adaptación creativa, lo que le permite tener un beneficio de mayor duración y adaptación a desafíos futuros poniendo en movimiento mecanismos de resistencia y auto recuperación espontánea.
Debemos tener conciencia de esta, nuestra farmacia interior, que la vigoriza el ejercicio, la sana alimentación y el buen manejo emocional de nuestro entorno cada vez más amenazante y así será menos probable el “fracaso” de todos estos mecanismos de tolerancia y equilibrio. Habrá que considerar también si estos sistemas defensivos son vigorosos o débiles dependiendo de factores heredo-familiares, circunstancias vividas desde el momento de la concepción, condiciones generales de salud de los progenitores en ese momento, la calidad de vida intrauterina (sufrimiento o mala alimentación de la madre), la lactancia, la alimentación desde niño, los sucesos traumáticos emocionales y todo eso serán factores decisivos para la calidad y competencia de nuestras defensas.
La Acupuntura bien realizada por un doctor en medicina y especializado en China al menos uno o dos años, es la mejor y más barata estrategia médica para mejorar el sistema defensivo y que así nuestra condición de vida cambie, que nuestros niños dejen de ser enfermizos, muy propensos a tantas alergias, a enfermedades respiratorias y más. (O)