Tradición que une a las familias ecuatorianas

Interculturalidad

En Ecuador, celebrar un cumpleaños va mucho más allá de soplar las velas y cantar el ‘Feliz cumpleaños’. Es un acto de amor, de comunidad y de cultura. Una de las tradiciones más entrañables en los hogares ecuatorianos es la mesa de cumpleaños, un espacio decorado y repleto de delicias que simboliza el cariño hacia quien cumple un año más de vida.

La protagonista central es siempre la torta —el pastel—, cuidadosamente decorada con el nombre del cumpleañero o cumpleañera y sus velas correspondientes. A su alrededor, una mesa colorida cobra vida con una gran variedad de bocaditos, que varían según la región, el presupuesto y los gustos familiares, pero que mantienen elementos comunes a lo largo del país.

En estas mesas no faltan las galletas, papitas fritas, Doritos, caramelos, chocolates, flanes caseros, gelatinas de colores, frutas picadas y, en algunos casos, hasta sánduches o mini empanadas. Cada platillo se coloca con esmero, acompañado de servilletas de colores, vasos decorados y globos que alegran el ambiente.

Esta tradición no solo es una muestra de hospitalidad, sino también de identidad cultural. En las zonas rurales, por ejemplo, aún se preparan bocaditos caseros, como rosquitas, empanadillas dulces o jugos naturales. En cambio, en las ciudades es común ver mesas con productos más industrializados, sin que por ello se pierda el valor simbólico del acto.

La mesa del cumpleaños refleja también el esfuerzo familiar, especialmente de las madres, que se encargan de cada detalle para que el festejo sea inolvidable. Es un momento en que la familia y los amigos se reúnen, comparten y fortalecen los lazos afectivos. Es, en esencia, una celebración de la vida y del amor comunitario. (I)

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