Sociedad condenada

«Cuando advierta que para producir necesita obtener autorización de quienes no producen nada; cuando compruebe que el dinero fluye hacia quienes trafican no bienes, sino favores; cuando perciba que muchos se hacen ricos por el soborno y por influencias más que por su trabajo, y que las leyes no lo protegen contra ellos, sino que, por el contrario, son ellos los que están protegidos contra usted; cuando descubra que la corrupción es recompensada y la honradez se convierte en un autosacrificio, entonces podrá afirmar, sin temor a equivocarse, que su sociedad está condenada.»
Este lacerante y contundente pensamiento de Ayn Rand, filósofa y escritora estadounidense, refleja con total fidelidad lo que ocurre en el Ecuador y en los países donde se ha asentado el Socialismo del Siglo XXI (SSXXI) porque al saberse corruptos rebasaron hoy, con su característico cinismo, todo límite imaginable: ya no tienen vergüenza en proclamar su corrupción a los cuatro vientos y a todo pulmón; ya se identifican abierta y orgullosamente corruptos; y ya no esconden sus pecados, se vanaglorian de ellos. ¿No me cree? Siga leyendo.
Fíjese bien en lo que dice textualmente el presidente López Obrador de México, claro, añádale usted la demoradísima y desesperante afasia con la que articula palabra por palabra: “La corrupción no solo es inmoral, es al mismo tiempo una fuente posible de financiamiento para el desarrollo, para el bienestar del pueblo (…) Un gobierno sin corrupción no sirve para nada, para nada.”
Sí, parece mentira, alguna tramoya hecha con inteligencia artificial o “sacado de contexto” como suelen decir en estos casos, pero no es así, si lo desea compruébelo usted mismo en Youtube.
Y si tamaño despropósito ocurrió allá, acá no nos quedamos atrás. Sucede que no hace falta que gobiernen los SSXXI para que la corrupción campee, basta con otorgarles poder a través de oscuros pactos y/o despreciables vinculaciones, como la última de Fausto Jarrín, fervoroso correísta y nada menos que abogado defensor de Rafael Correa, quien hoy por hoy ostentaría el cargo de asesor del Ministerio de gobierno de Daniel Noboa, además de varios otros colaboradores y exfuncionarios correístas que lo acompañan desde el primer día. Dígame usted si no es igual de escandaloso que lo de AMLO.
Es que si el presidente mexicano se ríe en la cara de sus mandantes diciéndoles que la corrupción está muy bien porque produce riqueza, Noboa hace lo propio al permitir que el brazo político del narcoterrorismo en el país siga cogobernando.
Como dice Ayn Rand, una sociedad está condenada al fracaso si desde el poder se premia la corrupción, la injusticia y la deshonestidad, como lo han hecho los dos presidentes.
Una de cal y otra de arena con mi presidente de cartón. (O)