La confesión. 1898

Columnistas, Opinión

Una de las extrañas publicaciones que guarda la  biblioteca municipal de Ambato se titula: “Revista del Círculo de Instrucción Libre”, que se publicaba en Guayaquil. En su tercer número fechado en  Junio de 1898 aparece el titular sobre “La Confesión”. Contextualizando los propósitos de estas publicaciones, debemos recordar que el Ecuador está abriendo las puertas al triunfo de la revolución liberal, tenida básicamente como un movimiento político anticlerical, cuando hay que entender que fue una lucha para contrarrestar a los llamados conservadores apegados a dogmas del catolicismo. Por medio de esta publicación, se divulgaban temas que ponen luces sobre lo que no sabe el común de la gente.

Veamos pues lo que proponían desde estas páginas: “La confesión auricular fue inventada por los primeros herejes;  pero ya sea que tenga el origen expresado, ya sea que la iglesia católica la haya adoptado de las viejas teogonías de la India, de todas maneras no es más que un modo legal de satisfacer las pasiones desordenadas del corazón”.

Alguien que tiene un sentimiento de culpa en su conciencia y que quiere reivindicarse, lo que busca es una “absolución”. El problema está en los parámetros culturales con que están educados sus individuos, puesto que lo malo para unos puede ser bueno para otros. Como este es un largo tema de debate que tiene que ver con la moralidad, lo que dice el periódico es que se ha creído que la confesión produce bienes a la moralidad, y el articulista lo desmiente asegurando que esto “no es cierto”, porque muchos confesantes ni siquiera se arrepienten aunque hayan sido absueltos por la iglesia o por la justicia.

“La prueba más convincente de que esta institución acarrea el envenenamiento de las costumbres,  es que allá por el año 390 se la derogó por completo, a causa de haberse perpetrado un crimen entre un religioso y una mujer. La misma iglesia convencida de los pésimos resultados que arrojó en esos tiempos la confesión, no halló obstáculo en abolir el oficio de penitenciario…

La mayor parte de los que figuran en el calendario como Santos han muerto impenitentes: San Basilio, San Juan Crisóstomo, San Cipriano, nunca he sabido que se confesaron; y el mismo Jerónimo en una de sus Epístolas Selectas nos dice que la confesión auricular no está registrada en el Canon obligatorio. “Es lógico deducir que la pretendida facultad de oír y perdonar los pecados, es una hipócrita manera  de penetrar en el santuario de las almas para satisfacer la aviesa intención de dominar tanto en lo temporal como en lo espiritual”.

Luego viene una explicación detallada de los negocios de la iglesia que ofrece perdonar culpas a cambio de pagos, donativos y chantajes de quienes con estos actos quedaban absueltos de terribles pecados, aduciendo que se acogían al sacramento de la penitencia. “No es necesario — dice Crisóstomo- que haya testigo de la confesión. Reconózcanse las iniquidades, y que Dios solo, sin que nadie lo sepa, oiga lo que confesamos…porque un semejante nuestro puede publicarlos y deshonrarnos; y sobre todo, porque las llagas del alma solo debemos mostrarlas  a Dios”.

En todo caso, el artículo investigado da luces sobre estas prácticas de penitenciarios desde los egipcios y los hindúes que habían sido tomadas con pasión por el Papa Inocencio III y fue un triunfo sobre la moral que se impuso desde Roma cristiana. El autor señala a los Papas implicados en perversiones que la gente no conoce. El dato histórico que nos parece relevante es que “la confesión auricular fue declarada obligatoria por el Concilio IV de Letrán en 1215”. Constan las letras F.F. como responsable del artículo.

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