Independiente del Valle / Hernán Guerrero

Columnistas, Opinión

Aquella noche de victoria para el pueblo deportivo ecuatoriano fue  motivo de orgullo nacional  el reciente título de campeón de Independiente del Valle de la Conmebol Recopa Sudamericana. Liga de Quito en 2008 quedó campeón de la Copa Libertadores, y su tanda de éxitos se extendió hasta 2011 con dos Recopas y una Sudamericana más, en una racha de éxitos que duró tres años. Hoy, los del Valle llevan cinco años consecutivos sumando éxitos nacionales e internacionales. En 2019 fue campeón de la Sudamericana, en 2021 de la LigaPro, en 2022 repitió el título de Sudamericana y de la Copa Ecuador, en 2023 fue campeón de la supercopa de Ecuador y ahora también de la Recopa Sudamericana, motivo de orgullo suficiente para toda una república.

El triunfo independentista es el fiel reflejo de un trabajo dirigencial serio, transparente, profesional, que busca un cambio integral del fútbol ecuatoriano desde las bases, es decir, desde los más pequeños, pues, además de contar con las escuelas formativas desde las categorías más pequeñas, complementa con la infraestructura apropiada que permita el desarrollo integral de los futbolistas, formándolos primero como personas. Hoy, luego de 13 años de estar en primera división, ven los frutos de ese trabajo con títulos internacionales que son motivo de orgullo para unos y envidia para otros.

En Ambato, Macara y Técnico  intentan replicar similar modelo de gestión, con un complejo deportivo completo, que tiene, además de canchas de césped natural y sintéticas de fútbol, también de baloncesto, tenis y natación, así como gimnasio, auditorio y concentración, para que los chicos y futbolistas profesionales se desarrollen de forma integral. La idea de los clubes ambateños primero Macara subir a la serie de privilegio y Técnico es consolidarse en primera división, clasificar a un torneo internacional y empezar a proyectar a los talentos que salen de las divisiones formativas del equipo, con roles protagónicos en el equipo profesional. Ojalá y los clubes ambateños  en un futuro no muy lejano, llene de similar orgullo a todo un país, tal como hoy lo está haciendo Independiente del Valle.

A su vez, ese modelo debe ser replicado por otras instituciones deportivas, que vean en el fútbol la oportunidad de cambiarle la vida a los niños y adolescentes, formándolos de manera integral y no solamente como deportistas de élite.

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