GOL / Psc.Cl. Msc. Phd.c Miguel Guzmán

Columnistas, Opinión

El fútbol es para algunos un juego y para otros una forma de vida. Hay quien lo usa como negocio o lo sigue como ideología. Llega a considerarse una pasión e incluso representa una religión. Forma parte del mundo actual, de la sociedad de masas que todo lo envuelve, que todo lo puede como la desigualdad social, riqueza, pobreza. El futbol y por lo tanto el mundial representa al ser humano en su hábitat natural, al homo sapiens tras un balón, mientras un país se cae a pedazos.

Ecuador debutó ante Qatar, una potencia petrolera que sigue siendo la responsable del 55 % del producto interno bruto, tiene una tasa dedesempleo de tan solo 2 % y su PIB per cápita está siete veces por encima del promedio mundial. ¿Quién gano a quién?

El fútbol evolucionó de forma paralela a la sociedad de masas y al desarrollo de la civilización, se difunde por los medios de comunicación de manera inmediata y oportuna, tiene mayor relevancia mediática que la política.

Hay quienes lloran al ver a su equipo o país ganar, quienes ponen la firme convicción de resolver los problemas sociales, culturales y personales en un mundial. A veces es bueno anestesiar por unas horas para luego despertar y darnos cuenta de la cruda realidad de nuestro país que de forma atiborrada está sumisa en una crisis carcelaria, índices de suicidio que se dispara abruptamente en todas las provincias sin distinción de género, raza, o edad.

Además, la violencia en el futbol es casi tan antigua, como el deporte mismo, como la violencia es al hombre cuando permite que su parte más animal, la amígdala cerebral, se apodere “del control de mandos” en el lugar de la parte más humana de nuestro cerebro, el lóbulo frontal.

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