Ruinas inmobiliarias / Luis Fernando Torres

Columnistas, Opinión

Con edificios sin ocupantes, construcciones sin terminar y una larga fila de inversionistas a la espera de cobrar los intereses de sus bonos, está colapsando la más grande inmobiliaria del mundo, la china Evergrande, por serios problemas de liquidez, una vez que ha estallado la burbuja inmobiliaria.  

Con el desplome de la demanda de inmuebles, en China existen suficientes edificios vacíos para albergar a 90 millones de personas, esto es, a 30 millones de familias. Comparativamente, la población completa de Ecuador, Colombia, Perú y Chile, podría alojarse en semejante infraestructura inmobiliaria. 

El sector inmobiliario ha representado un tercio del PIB de China y ha sido uno de los motores del crecimiento económico. Gracias a su empuje el PIB llegó a crecer a tasas anuales de 7,68 % entre el 2010 y el 2019. Sin embargo, desde ese año ha perdido el sitial de honor. La facilidad de los préstamos a los constructores desencadenó una sobre oferta de inmuebles que no encontró la suficiente demanda en la gente y en las empresas, con lo cual el mercado inmobiliario comenzó a hundirse, mientras quedaban en pie edificios vacíos, unos sin ocupación y otros sin habérselos terminado.

Evergrande ha movilizado 428 billones de dólares en inversiones inmobiliarias. Por ello, las deudas y la falta de liquidez del monstruo inmobiliario han provocado la desesperación de los tenedores de bonos de la empresa en todo el mundo y han levantado alertas no sólo en el sistema financiero chino sino en los bancos mundiales por el temor que pudiera repetirse algo semejante a la caída de Lehman Brothers el 2008. Sólo en China existen 80 mil personas con bonos de Evergrande por 40 billones de dólares.

China es la segunda economía mundial, aunque haya contribuido con el 28 % del crecimiento del PIB, más del doble de lo que ha aportado la economía estadounidense. El hundimiento de Evergrande tendría, por lo tanto, efectos nocivos en la economía china.

Una de las razones por la que la gente no está demandando inmuebles con el mismo dinamismo del pasado, es la baja tasa de natalidad. Otra explicación es que terminó el éxodo de las zonas rurales a las ciudades, disminuyendo la búsqueda de viviendas urbanas. 

En algunas ciudades ecuatorianas se observa la sobreoferta de determinados tipos de edificaciones. En todo caso, el país no está dentro de ninguna burbuja inmobiliaria. Por el contrario, con mejores políticas crediticias y menos tributos, el sector inmobiliario podría contribuir al crecimiento sostenido de la economía nacional. (O)

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