El notable Phelipe del Castillo y su reclinatorio de oro. 1769 / Pedro Reino Garcés

Columnistas, Opinión


Nos ha dicho que todo deja declarado “para descargo de su conciencia”. A cualquiera le sorprenderá su conducta de notable avaricia. Fue el notable don Phelipe del Castillo, uno de los acaudalados hacendados y fervoroso creyente en la salvación de su alma. Me he dedicado a ordenar los datos de su interminable testamento hecho por voz de su apoderado el Dr. Manuel Mantilla, cura propietario de Izamba, quien en una parte del testamente redactado por él mismo, se autoproclama uno de sus albaceas.

Don phelipe era básicamente un hacendado que tuvo Samanga, Pondoa del Pilis-urco, Tanicuchí en Cotopaxi, Tambuleo y haciendas en Píllaro como la de Quinuales, Quinbana y Sintumí. Además la  Estanzuela de Guanguilbana y “otros potreritos”Pocas aparecen delimitadas en este testamento, pero he tratado de tomar pistas deductivas para ofrecer a los lectores una aproximación razonable. Tenía su casa de morada en la villa de Hambato “Y la tasación (de las casas de la villa)  por 5.000 y tantos pesos con las 7 tiendas cubiertas de teja; y otra tienda de herrería cubierta de paja, que ambas capellanías hacen el número dicho de 5.000 pesos, que le dexó comunicado dicho doctor don Juan de Anrramuño fundase en capellanía, declarólo así dicho don Phelipe por su final disposición.”

Veamos el ejemplo de cómo integró Samanga: “La Hacienda de Samanga dijo ser suya, por haber heredado de su difunto padre, quien la compró de los Alarcones por 1.400 pesos… que después de los días de su padre compró a don Raymundo Ortiz, en el mismo sitio de Samanga cerca de caballería y media de tierras, heredada de sus padres por 500 pesos, con casa, corral y era… Iten, haber comprado al capitán don Domingo de Mestas otra hacienda inmediata a la dicha de Ortiz por 1.100 pesos con casa, corral y era. Iten su difunto padre compró la hacienda de los Almendáriz por 2.900 pesos.” Con el dato del costo de la caballería y media (unas 24 cuadras de unos 8.000m2) compradas a Raimundo Ortiz, reducido todo a cuadras, la hacienda de Samanga  llega a 285.8 cuadras, menos que más.

En Pondoa tenía unas 223 cuadras. A mi entender era su sitio de preferencia por los adelantos en la casa y donde tenía “12 casitas de paja en que viven 20 y tantos indios corrientes de cédula para el servicio de dicha hacienda…que le deben 400 pesos”. A pesar de la prohibición legal, en esta escritura se fija como parte de los aperos con que compraron la hacienda, 8 indios mitayos. Según otro dato de este mismo testamento, un indio apenas valía 10 pesos. Y una mula 300. “cuando fue a recibir dicha hacienda, declara, le faltaron bastantes bueyes, borricos, algunas yeguas y 4 mitayos: uno de los de la parcialidad de los collanas, otro de los pisilatas, otro de Santa Rosa, y otro apaloes; por cuyo defecto manda se baje de dicho precio de 4.700 pesos.” Pero para sus demás haciendas “Iten deja declarado que tiene comprados 5 mitayos de diferentes parcialidades que son los siguientes: 1 de Tomás Arboleda de la parcialidad de los pisilatas. Otro al difunto don  Juan de Onrramuño de los Quisapinchas y este destinado para el servicio de guasicama en su casa de Hambato. Otro que compró a Mateo Serrano. Otros dos comprados a Sarabia de distintas parcialidades, que se sabrán las que son reconocidas las escripturas”. Tenía unos 80 bueyes de arada en cada hacienda, por poner un promedio. Entre las cosas de plata y joyas, declara tener un reclinatorio de oro que llevaban los indios a la iglesia de Hambato para sus rezos. Recordemos, leyendo mi novela “la Ushinga”, que la nobleza orinaba en bacinilla de plata labrada, cuando no era de oro. (O)

Deja una respuesta