¿Y ahora qué? / Gabriel Morales Villagómez

Columnistas, Opinión

Es digno de resaltar la actitud del presidente Lenin Moreno al haber guardado distancia del correismo, que lo llevó a la presidencia de la República y haber convocado a una consulta popular para poner fin a un período nefasto de corrupción, abuso, despilfarro y despotismo que implementó el ex mandatario Rafael Correa.

Pero además, de alguna manera la consulta popular tenía como objetivo legitimar con el “sí” la permanencia del licenciado Lenin Moreno en la Presidencia de la República, después de haberse puesto en tela de duda su elección, la cual fue impulsada por el propio correismo y por tanto, provenir de la misma “revolución ciudadana”.

Sí, aunque cueste aceptarlo el presidente Moreno “es rama del mismo palo”, como él ya lo ha manifestado proviene de los orígenes, de la “esencia de Montecristi” y aunque ha puesto distancia con el estilo y la forma de manejo político, económico y social, impuesto por su antecesor, en casi un año de gobierno, a parte de la convocatoria a consulta popular y las denuncias realizadas en torno a la corrupción rampante del gobierno anterior, no se ha podido vislumbrar políticas públicas claras y definidas en cuanto al manejo económico social e internacional del país.

Al mantener en su entorno a los mismos personajes que fueron parte del correismo lo que ha hecho es mantener una cierta continuidad en las políticas públicas, en cuanto al manejo económico del país, como el hecho recurrente de seguir financiando el presupuesto del Estado con préstamos internacionales, como lo hizo antes y con abuso Rafael Correa.

El manejo de las relaciones internacionales es deplorable, ahí está la posición ecuatoriana frente al despotismo dictatorial del presidente Maduro, con el cual los “revolucionarios” se congratulan; por otro lado está la vergonzosa transacción de nuestra nacionalidad con Julián Assange y ahora, el no haber actuado la Canciller oportunamente en la solicitud de varios miembros del Consejo de Participación Ciudadana, que solicitaron medidas cautelares ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos, para no ser destituidos.

Superada la consulta popular no existen señales claras para un cambio trascendental, no se crea empleo, la persecución a la corrupción parece haber ya acabado en la primera sentencia a Jorge Glas.
Veladamente se ha mantenido la protección con dineros públicos, policías y guardaespaldas para el ex dictador Rafael Correa.

Muchos de quienes aparecen en el entorno del actual gobierno callaron ante los abusos del poder, aplaudieron las rabietas y las ilegalidades cometidas por el caudillo y de alguna forma fueron cómplices del fracaso económico y del saqueo de los fondos públicos.
De no tomarse un nuevo rumbo para el país, pasará la luna de miel de la consulta popular y todos estos desaciertos, irán provocando el desencanto de los ecuatorianos y alimentando una reacción social de impredecibles consecuencias.

La ciudadanía mira atentamente las acciones que va a tomare el Presidente de la República luego de la consulta. Es la oportunidad para trascender en la historia del Ecuador, implementando políticas públicas acertadas.

Hacen falta cambios de contenido en el gobierno y para eso necesita rodearse de ciudadanos probos, honestos, que no estén contaminados con el correismo, guardar distancia con aquellos personajes tristemente célebres que fueron parte de la “década robada” y que auparon al dictador a construir un estado de mentira y de propaganda. (O)

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