Vota Bien/ Rodrigo Fabricio Dávila

Columnistas, Opinión

“Ecuatoriano abre los ojos. Esto es lo que quieres para tu familia. Yo te digo Vota bien”. Leyendas de este tipo, escritas sobre cartones, sostenidos por migrantes, entre ellos mujeres y niños, aparecieron esta semana en sitios públicos. Uno de los presidenciables, al verse aludido, denunció campaña sucia. Dice un viejo refrán: “el burro hablando de orejas”

Más allá del uso inadecuado de migrantes para este fin, el desplome económico venezolano y sus consecuencias sociales son los argumentos para atacar el modelo chavista, pero el mensaje final de los carteles no es errado: “vota bien”.

Las organizaciones que triunfan se especializan contratando colaboradores eficientes, a partir de procesos de selección basados en principios científicos. Las hojas de vida pasan por exámenes rigurosos. Los postulantes son entrevistados y rinden pruebas para valorar conocimientos y habilidades; desarrollo mental y aptitudes; rasgos de personalidad, carácter y temperamento; capacidad para trabajar en equipo; entre otras cosas. El procedimiento exige referencias personales, laborales, comerciales, financieras, exámenes médicos, pruebas físicas, antecedentes legales, pruebas de polígrafo, concursos de oposición,…

Con este rigor actúan las organizaciones que escapan de la mediocridad. La contratación de personal, no se toma con ligereza, bajo pena de reducir la productividad, afectar el ambiente laboral, causar dolores de cabeza a los directivos y hasta poner en riesgo operativo a las organizaciones que no tienen una estructura sólida.

Al contrario del mundo empresarial, la democracia permite dejar un lado estos procedimientos, cuando se trata de candidaturas. De acuerdo al Código de la Democracia, para ser presidente del país, sólo es necesario participar en los procesos democráticos internos de un partido o movimiento político; tener una edad mínima de 18 años; llenar los formularios de inscripción; entregar fotografías; presentar la cédula de ciudadanía, pero la propia, junto con el certificado de votación; entregar un plan de trabajo; no tener contratos con el Estado; no estar sentenciado por delitos sancionados con reclusión y no tener deudas pendientes por pensiones alimenticias. Los requerimientos, ni por sugerencia, insinúan méritos académicos, destrezas laborales, experiencia y, mucho menos, virtudes éticas.  

El próximo domingo, realizaremos nuestra principal selección de personal. Entre dos ideologías antagónicas. Entre el candidato que ofrece dar un rol más activo al sector privado, orientando la economía más hacia el mercado y menos al Estado o el inicio de la segunda temporada del socialismo del siglo XXI, con su modelo estatista y autoritario, donde prima el gasto público. Entre un candidato que se olvidó de ofrecer, como al inicio, dinero en efectivo para un millón de personas en la primera semana de gobierno y otro aspirante que esta segunda vuelta se cambió de color de zapatos. Vota bien. (O)

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