¡Viva Ambato! / Kléver Silva Zaldumbide

Columnistas, Opinión

En el universo, en el planeta Tierra, particularmente en la línea ecuatorial, al noroccidente de la América del Sur, de una ubicación privilegiada con la cordillera de los Andes, está nuestro país Ecuador, lugar que nos tiene guardadas sorpresas increíbles y hermosísimas cosas que ni nos imaginamos cada vez que lo recorremos. En el centro mismo de éste, una pequeña ciudad de ejemplar pujanza resalta y desde sus ruinas (por un arrasador terremoto) florece, se une y reinventa su felicidad de existir…Ambato.

Se dice que de las dificultades nacen milagros, cada uno de nosotros, los Ambateños, tenemos la más alta responsabilidad con nuestra ciudad, y es hacerla sentir todo lo que hay en nuestro corazón, para ella que nos dio la vida y todas las condiciones para que creciéramos y nos desarrolláramos y que ese símbolo de “recobrar su vida” como es su Fiesta de las Frutas y de las Flores, siga enalteciéndola.

Es la tierra que nos vio nacer, nuestro pueblo amado cuyo suelo, paso a paso, nos vio crecer, la que fue testigo de nuestras fantasías de la infancia sin conocer el aburrimiento. Los que tuvimos la suerte de nacer en Ambato y que tenemos la fortuna de darle vida a sus mañanas, junto con todos quienes han tenido el privilegio de visitar esta cuna del sol, hemos prendido sus noches, llegaron nuestras fiestas y hemos disfrutado minuto a minuto este ritual que cada año trae a remembranza la fuerza del renacer desde las ruinas.“Sé feliz en este momento, este momento es tu vida” reza el refrán y así lo hemos sentido.

Nuestra ciudad de Ambato, provista de sucesos pasados maravillosos, cuna y motor de la cultura y el arte nacional, escenario de anteriores historias inolvidables que provocarían extensos desplazamientos de palabras, interminables ejercicios de la escritura en el esfuerzo de recrear épocas de dignidad social, donde uno podía henchirse de orgullo por su disciplina, su aseo, su motivación al desarrollo, entre otros. 

Un niño, un adolescente, tiende enormemente a la imitación. La mayor parte de sus actos no están determinados por la premeditación, sino por la post-meditación. La educación no entra a voces en los niños, sino, como la semilla, sin hacer ruido al caer en la tierra. El ejemplo noble hace fáciles los hechos más difíciles. Cuando se trata de formar, lo que vale es lo que le ofrecemos y lo que nos esforzamos en hacer, más que lo que tratamos de inculcar verbalmente. No debemos dar la espalda a la modernidad, pero, la columna vertebral del hombre es su hombría de bien, ésta es intocable y no se moderniza, la conducta del respeto mutuo, no se puede negociar. 

No permitamos que la degradación social y cultural actual avance, los principios morales están siendo derribados y desplazados brutalmente, asesinando la inocencia de nuestra juventud que trata de reproducir imágenes y comportamientos aberrantes externos carentes de ética. 

Que todos los que tengamos un hijo(a) en formación nos sintamos responsables del futuro de nuestra juventud, detengámonos un segundo de la convulsionada prisa de nuestras obligaciones, de la vertiginosa vida de esclavismo y estrés laboral, para que la decepcionante impotencia y la impávida observación ante este deterioro, se convierta en alta responsabilidad para gobernar a nuestros hijos y que encuentren el sentido de la vida sin escapar de ella con el libertinaje, el alcohol y más abusos de substancias.Nunca ni jamás quedarás tan solo en el ejemplar pasado que tuviste, porque por siempre serás la cuna de la cultura mi Ambato amado…¡VIVA AMBATO! (O)

Medicina integrativa oriental

Deja una respuesta