Visión de Futuro / Mirian Delgado Palma

Columnistas, Opinión

 

Los grandes soñadores filósofos, investigadores, religiosos, artistas, empresarios, etc.; en algún momento de sus vidas hicieron realidad sus sueños y cristalizaron sus ideales motivados por el deseo en unos casos, de dotar a la humanidad de confort; y en otros, el deseo de superación personal, visualizando en el tiempo el estado material y espiritual al que se quieren llegar para un verdadero desarrollo individual o colectivo.

A menudo, se menciona que soñar en algún ideal puede ser una utopía; sin embargo, esa visión de futuro ha conducido al éxito personal, comunitario y empresarial. La visión viene de “ver”. La visión visualiza quiénes somos y quiénes vamos a ser. La visión nos concede la capacidad para vivir acorde a nuestra imaginación y no conforme a nuestra memoria.

La visión de futuro nos permite traspasar los escenarios cotidianos del momento y nos transporta al mundo de los sueños, pero aquellos construidos con imaginación sobre la base de lo que es capaz un ser humano para superar con éxito ciertas deficiencias que incomodan y limitan el progreso del ser humano.

Lo esencial para transitar por el camino de los sueños son: las ideas acompañadas del deseo de hacer algo nuevo, decisión para empezar, valor para transitar por los nuevos caminos, perseverancia frente a las dificultades y deseo de superación permanente. Al respecto Robert Kennedy, expreso: “Algunos hombres ven las cosas que son, y preguntan: ¿Por qué?… Yo veo cosas que nunca fueron, y pregunto ¿Por qué no?”. En estas sencillas interrogantes queda muy claro la inteligencia y capacidad que tiene el ser humano para hacer realidad lo que aparentemente, puede ser inalcanzable.

El conformismo, en los seres humanos es un estado de ánimo que limita su crecimiento y la perspectiva de futuro, se allana a lo que tiene o esta por venir, puede tratarse de una réplica ancestral, que limita y detiene esa capacidad maravillosa de la imaginación.   No se trata de “vivir por vivir “, de pensar que aún en el cenit de la vida, ya no queda nada por hacer. Mientras el corazón palpite y haya lucidez; los objetivos y las metas deben estar presentes, alineadas con ese gran propósito ulterior.

Los hábitos y actitudes negativos que minimizan la razón y el corazón deben ser extirpados de nuestro interior, son factores que afectan al inconsciente y se convierten en un común denominador en el diario vivir. Vivir de quejas lastimeras: ¡La situación está difícil! ¡ya no hay nada por hacer! ¡soy pobre y moriré pobre!, etc., etc.; no conducen a ningún camino, no hay un rumbo a seguir y la meta final por la cual batallar. Entonces nos convertiremos en seres humanos de brazos caídos, de mentes rescindidas y espíritus apagados; que se convierten en grandes murallas para no traspasar el presente y lograr un futuro digno.

Una acertada visión de futuro nos abrirá las puertas de la esperanza, el progreso y la riqueza, en el buen sentido de la palabra, por lo que es necesario salir a buscarla, armarse de paciencia y persistir. Las oportunidades tocan las puertas de las personas optimistas, e ignoran a los que permanecen inmóviles y sin sueños. Soñar no cuesta nada dice una jerga popular, es una gran verdad. Los grandes hombres han cristalizado sus sueños sin desmayar, a base de constancia y coraje.

Dios no ha limitado la inteligencia y capacidad a unos y otros, nos dio por igual a todos los seres humanos, con la gran diferencia de que, estos dones son muy bien explotados por algunos seres humanos visionarios; y sepultados por otros en los campos del conformismo y miopía. La dignidad de la persona exige un pedestal de suficiencia de recursos. ¡Empieza tus sueños hoy!, ¡mañana será tarde! (O)

 

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