Veinte por ciento plus/ Guillermo Tapia N.

Columnistas, Opinión

Las frutas se mueven como en tiempo de cosecha. Van de mano en mano y diríase que hasta “de boca en boca”.  A gran velocidad cruzan por todos lados, mostrando su vanidad y usando todos los medios a su alcance. 

Es que todavía se mantiene en una suerte de ambivalencia, algo que podríamos denominar -el veinte por ciento plus- del electorado nacional que -se dice- se encuentra expectante en vista de los acontecimientos. 

No ha tomado decisión de apoyo por ninguno de los precandidatos presidenciales que ya tienen partido o alianza política de respaldo y, menos aún, por los que no lo tienen o han dejado de tenerlo.

Usted y yo, probablemente estemos incluidos en ese “plus porcentaje” porque, al no ser candidatos -sino apenas ciudadanos de a pie- no hemos tomado posición por candidatura alguna. Es más, en la mayoría de los casos no superamos la fase de expectación civil por el cambio. Seguramente, porque se nos cayó alguna opción que la pensábamos como posible, o porque todavía no se concreta aquella que llame nuestra atención y nos anime -pensando en el país- a depositar nuestra confianza en ella.

Pero esta afirmación o suposición forzada, dado el clima qué de a poco se abriga, para nada impide que elucubremos -como lo hacen todos los demás- sobre las reales posibilidades de quienes ya se han lanzado al ruedo y sienten que pueden ser los ungidos por gracia divina.

A despecho de lo expuesto y por desgracia, dejan notar sus apetencias y amorfos balbuceos de campaña con soluciones verbales a crisis, pandemia y sobresaltos que, generados por la corrupción, nos mantienen como alelados, cruzando los dedos y hasta orando, para que alguien (y no precisamente ese u otro candidato) se comida en hacer lo que le corresponde, sin más aspaviento que el cumplimiento de su obligación laboral.

A pocos días que se concreten los nombres de los aspirantes a las dignidades nacionales y legislativas que terciarán en la lid electoral del 2021, esa quinta parte y algo más del todo nacional conocido como voto obligatorio, por ahora se mantiene firme, como aquella roca que aguarda el vaivén de las olas del mar, tal cual sostenía Bécquer en su rima. 

Y no se trata de romperse o abatirse. Sino de proponer, crear, incluirse y realizar. ¡Cumplir! En toda la extensión de la palabra.

-Sin más bullicio que su silencio, balanceando las dificultades actuales y ponderando los avatares futuros, no perdemos la esperanza de encontrar una luz, aunque sea inicialmente tenue, débil, pero luz al fin, que alumbre el sendero y rompa las tinieblas.

-Lo malo, estriba en que la energía precursora de esa luz, con tantas apetencias a la vista, se opaca a tal punto que se vuelve difusa y extraña. 

Los gritos de unos frente a los reclamos de otros, terminan dejando solo a un tercero en discordia como supuesto designado en unas primarias cuestionadas por los que abandonaron el frío descampado. Un primer binomio confirmado, no ha generado las adhesiones que suponía. Otro “candidato sorpresa”, de aquellos que saborearon las mieles del poder, en varios gobiernos y momentos, aunque muy breves, fugaces más bien diría, porque sus jefes siempre le dejaron de escuchar al poco tiempo de asumir el poder, intenta captar a los ingenuos y románticos quijotes de los setentas. ¿qué será?

Otros postulantes, siguen en una lucha a brazo partido. Mejor, luchando por un “partido” que está casi partido e intentando asumir un liderazgo que, parece esquivo y direccionándose en busca de “otro reincidente” que, así como van las cosas parecería ser uno de los que se apuntale a las finales, si logra sumar esos apoyos y captar los del veinte plus.

Aguardemos por la Premier o el Estreno con paciencia y prudencia. (O)

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