Trabajo creativo / Mirian Delgado Palma

Columnistas, Opinión

El Pueblo ecuatoriano está hastiado de vivir el día a día con las dos grandes epidemias que ha destrozado al Ecuador: la corrupción y el coronavirus. La segunda nos da cierta esperanza; y, la primera no da tregua. Frente a esta dolorosa tragedia resulta inútil seguirnos lamentando ¡no hay solución! 

Se afirma que “nada en la vida es imposible”, ¡motivante slogan!, en realidad tenemos ejemplos de países que se han levantado de las cenizas, como Japón. Este país, sin recursos naturales, sin petróleo, sin ejército; hoy es una superpotencia. 

Cuál fue la estrategia para levantarle al país de su estado de inanición, simplemente la filosofía del trabajo. Los japoneses reconocen que es un país pobre en recursos naturales, pero muy rico en la capacidad de su gente. Japón sigue una estrategia asombrosamente simple “educación, capacitación y creatividad.” 

El trabajo creativo no tiene límites y si a este trabajo lo inducimos a un mejoramiento continuo, se logrará: excelente producción, estándares de calidad y alta rentabilidad. La optimización de los procesos estimulará para que la empresa cada vez sea más competitiva en la oferta de bienes y servicios.

La esencia del mejoramiento continuo se fundamenta en la educación. Para alcanzar este propósito se requiere un proceso de educación continua. La educación para el desarrollo laboral impulsará a los colaboradores a involucrase con los objetivos empresariales y ser entes comprometidos con el desarrollo y éxito de la empresa. Se afirma que la calidad nace con la educación y termina con la educación.

Es hora de cambiar la filosofía de los empresarios alejándose de la única idea que es la de “obtener rentabilidad”, sin importarles la suerte del equipo de trabajo que son los principales actores de la producción y obviamente los generadores directos de las ganancias de los empresarios.

La nueva filosofía empresarial deberá estar enfocada en persuadir a todos sus colaboradores para que se interesen por el trabajo, ayudándolos a disfrutar de él, a que lo tomen con cariño, responsabilidad y lealtad las tareas a ellos encomendadas, dándoles oportunidad a que mejoren por iniciativa propia. 

Si queremos un país triunfador, visionario, próspero, competitivo y democrático, como es el sueño de nuestro presidente; requerimos de un sistema educativo y de un sistema de valores que potencie el talento humano y con ello de paso al trabajo creativo. (O)

“El trabajo duro supera el talento, cuando el talento no trabaja duro” (Anónimo). (O)

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