Suecia responde con libertades/ Luis Fernando Torres

Columnistas, Opinión

Mientras en Ecuador, España y Estados Unidos, los gobiernos han decidido que a la pandemia se la combate con confinamientos de los ciudadanos en sus casas, cierre de negocios y toques de queda, en Suecia el gobierno social demócrata ha tomado un camino diferente.

Ha prohibido las concentraciones humanas de más de 50 personas y el funcionamiento de bares cerrados. Sin embargo, ha dejado que los dueños de negocios, sus empleados y los consumidores, decidan libremente la manera en que funcione la actividad productiva, se venda y se compre. No ha optado por el cierre de la economía ni la prohibición de transitar y moverse.

Hasta ahora, los resultados son iguales o mejores en lograr que se aplane la curva de contagios.

Lo interesante de Suecia, un país con 11 millones de habitantes, es que existe una confianza muy alta entre los ciudadanos y entre ellos y el Estado. Es decir, un sueco cree que otro sueco no se aprovecha de la confianza brindada ni de las circunstancias del momento, con la finalidad de obtener alguna ventaja. Tampoco considera que el Estado le falla en la provisión de servicios públicos. Estima que los altos impuestos que paga son bien administrados por el gobierno.

En Ecuador, al igual que en España y Estados Unidos, la situación es diferente. La confianza entre la gente es baja. Unos y otros se consideran, por lo general, aprovechadores y tramposos. La confianza ante el Estado es aún más baja. Los gobiernos son percibidos como dilapidadores de los impuestos pagados por la gente. Y hay razones para pensar así.

Suecia le está demostrando al mundo que, en sociedades con altos niveles de confianza entre las personas y de éstas con el Estado, a la pandemia no se la enfrenta con excesivo intervencionismo gubernamental sino con suficientes libertades para que la misma gente decida lo que le conviene hacer para no contagiarse, al tiempo que mantiene la economía en funcionamiento y los empleos con vida.

En la ciudad de Nueva York, convertida en el ejemplo de la más baja confianza ciudadana, el intervencionismo público del Gobernador del Estado, del Alcalde y del Presidente Trump, se lo ha justificado diciendo que la salud del  30% de la población depende del Medicaid, esto es, del sistema de salud pública para pobres, y que, además, por la deficiente alimentación, cargada de grasas y calorías, la gente es más vulnerable al coronavirus. Si no se los controla con la fuerza del poder, hacen colapsar los hospitales, según la creencia prevaleciente de las autoridades.

Tan saludables son los suecos que el porcentaje de obesos es 40% menor que el de USA. Y tan avanzado es su sistema público de salud que no existe riesgo de colapso alguno.

A pesar de las críticas mundiales, el gobierno sueco no ha cambiado las medidas adoptadas.  Pronto se sabrá si la solución del país escandinavo ha sido eficaz.  

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