Serie sobre la corrupción: En el sistema electoral / Ing. Patricio Chambers M.

Columnistas, Opinión



Si bien es cierto que la corrupción llega a manifestarse en diversos ámbitos de la sociedad, no en todos ellos se presenta con igual intensidad, pues existen espacios que por su propia naturaleza llegan a ser auténticos representantes del manejo turbio de los procesos.

En primer lugar, tenemos a los propios movimientos y partidos políticos de los que hablamos ya en una entrega anterior, en la cual decíamos que la corrupción llega a sus estructuras a través del propio sistema de elección que nos rige, mismo que demanda de enormes cantidades de dinero para llevar adelante cualquier campaña.

En general la ciudadanía piensa que los fondos que transfiere el Estado a dichas organizaciones son montos exagerados, lo cual en términos de finalidades es cierto, pero en cuanto a sostener una contienda electoral resultan absolutamente insuficientes, por lo que los candidatos se ven en la situación de buscar apoyo financiero en cualquier parte.

Esto implica que los aspirantes a cargos de elección popular tienen de partida compromisos económicos importantes que cumplir y por supuesto, si llegan a ser elegidos tendrán que devolver a la brevedad y sin mayores escrúpulos lo que en su momento les fue entregado, a través de contratos dirigidos, así como de espacios de poder en instituciones claves.

Es de esta manera como se conforman los círculos de corrupción dentro de las organizaciones políticas, mismos que una vez puestos en marcha permanecen dentro del sistema por largo tiempo.

Forman parte de esta estructura de corrupción las entidades electorales y de control, pues por increíble que pueda parecer, continúan siendo conformadas por miembros o simpatizantes de los movimientos y partidos políticos. Por tanto, no son instituciones ciudadanas sino políticas partidistas.

Es decir que tenemos “a los ratones cuidando el queso”, por lo que cualquier intención de neutralidad en sus decisiones simplemente es imposible, pues quienes están dentro de estos organismos han sido puestos ahí para responder a intereses particulares y no para otra cosa.

En tercer lugar, tenemos a la corona de los dos anteriores y se trata de los Congresos y Asambleas Nacionales, que al igual que en el caso anterior están obviamente conformados por representantes de las organizaciones políticas, y si éstas llevan en su interior el virus de la corrupción, lo lógico es que tal espacio esté fuertemente contagiado por este mal.

De hecho, es aquí donde se da todo tipo de componendas y desacuerdos, por lo general alrededor de la aprobación o negación de leyes.

Es precisamente en la redacción e interpretación de la ley donde está la clave de la corrupción, pues de lo que se trata es de arreglar de tal manera las cosas, que los manejos espurios de los contratos en las diferentes instituciones puedan darse al amparo de la ley.

Es decir que las mismas leyes garanticen la impunidad de los corruptos y para ello, si hace falta, hay que cambiar hasta la propia Constitución. (O)

Deja una respuesta