SERIE LOS VALORES HUMANOS: LA IMAGINACIÓN / Ing. Patricio Chambers M.

Columnistas, Opinión

En nuestra serie sobre los valores humanos, hablaremos sobre una cualidad que tiene relación directa con elementos profundos del alma.

Se trata de la imaginación, a la cual la podemos entender como aquel poder plástico del alma que nos permite ver y crear formas mentales, gracias a una conciencia esclarecida y a la dirección otorgada por la voluntad.

Así como la parte racional de nuestra mente utiliza los conceptos y definiciones como herramientas para comprender la realidad, la imaginación usa los símbolos como su lenguaje debido a que constituye una cualidad propia de nuestra intuición.

Esta característica es profundamente humana, al punto que gracias a ella nos diferenciarnos de los animales, quienes carecen de la misma.  Nosotros, por el contrario, podemos imaginar o configurar formas en nuestra mente, creando elementos de diversa índole y condición a partir del uso de la voluntad propia.

Hombres y mujeres imaginamos continuamente nuestra realidad, por lo que es muy importante aprender a conducir nuestra imaginación y no caer en irrealidades. De hecho, no hay que confundir imaginación con fantasía, pues la primera tiene capacidad creadora en tanto que la segunda, es mera ilusión.

Ambas conforman una dualidad, la primera positiva y la segunda, negativa; por ello, cada individuo tiene la posibilidad de decidir la manera de llevar adelante su existencia, ya sea en medio de ilusiones y fantasías pasajeras, o bien proyectando imaginativamente su futuro hacia grandes objetivos e ideales de vida.

Es la imaginación creadora la que nos permite forjar una realidad en forma positiva, siendo la misma cualidad de la que hace uso un artista para plasmar su obra a partir de aquello que perciben los ojos de su imaginación, tanto como la del científico para entender entornos que están más allá de lo comúnmente avizorado.

Imaginar es percibir mentalmente una realidad, es tener una idea clara sobre aquello que no está presente físicamente. Cuando imaginamos transcendemos la experiencia de lo concreto para llevarla a un nivel superior, pues esta cualidad humana permite a la mente entrar en un estado de apertura que genera fluidez, flexibilidad y ampliación de su capacidad creadora.

De ahí que la imaginación cumpla un rol fundamental y determinante en la comprensión de la vida. Podemos entender y comprender objetos, relaciones y sacar más o menos un juicio de valor aproximado, pero si no tuviésemos la capacidad de imaginar, no podríamos integrar las experiencias propias de toda existencia humana.

La imaginación está siempre en nosotros, en vigilia o en sueños en los que mediante elementos simbólicos aprendemos y recordamos. Este valor humano ha dado paso a los cuentos infantiles y sus juegos, las leyendas en todos los pueblos, los mitos en diferentes culturas, el arte que como expresión de lo bello en el mundo entero.

El sentido de lo religioso y sagrado es algo propio del ser humano gracias a esta cualidad natural del alma, la cual constituye el puente entre lo celeste y lo terrestre.

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