SERIE LEONARDO DA VINCI: SUS MÁQUINAS VOLADORAS / Patricio Chambers M.

Columnistas, Opinión

Entre los más sorprendentes diseños de Leonardo da Vinci, están sin duda aquellos relacionados con sus máquinas voladoras, con lo que contradice la idea reinante en su época de que los objetos más pesados que el aire no podían volar.

Varias de sus ideas las basó en su observación del vuelo de las aves, lo cual lo llevó a creer fervientemente en que la clave del éxito residía en las corrientes de aire que ayudarían a sus máquinas a levantar el vuelo.

Para ello realizó entre otras cosas, un compendio de diseños de alas para proveer a una persona, de unas alas articuladas como si de un ave se tratase. Su planteamiento se basó en los estudios anatómicos de las de las aves y los murciélagos a mayor escala.

Sin embargo, dado que no se conseguiría la velocidad necesaria para generar sustentación, tuvo que decantarse por una idea de ala fija, que derivaría en su planeador.

Con este propósito, concibió una ligera estructura similar a la de un ala desplegada, con delgados nervios muy parecidos a los dedos de los murciélagos, emulando la estructura de huesos y cartílagos en las extremidades de las aves de mayores dimensiones.

Su piloto se acostaría boca abajo dentro del marco en una tabla. Usando las manos, la persona agarraría un palo que bajaba de cada ala para controlar la dirección. Como no había motor, para lograr el vuelo, esta haría un movimiento de aleteo empujando sus piernas hacia abajo con los pies sujetos a dos espuelas.

Era el Ornitóptero, producto incontables horas observando el vuelo de los pájaros y de insectos, mientras dibujaba un diseño tras otro. Sin embargo, se percató también de que la musculatura humana no era lo suficientemente potente y versátil como para poder levantar esta máquina.

En todo caso, recopilando sus observaciones, Leonardo da Vinci escribió sus dos famosos tratados sobre el vuelo de los pájaros entre los años 1486 y 1515.

Otro de los aspectos analizados por este genio universal, fue la resistencia del aire, las corrientes y la atmósfera con lo cual esbozó el precursor del paracaídas, constituido por bolsas de aire como se esquematiza en alguno de sus dibujos.

Dichas bolsas formarían una especie de pirámide cuadrangular, cuya base y altura medirían algo más de 7 metros. Se suponía que un hombre podía lanzarse con ellas desde cierta altura y no resultaría herido. Recreaciones modernas de este primer paracaídas demostraron que Leonardo estaba en lo cierto.

También fue un innovador en este campo, pues entre los años 1483 y 1486 realizó variaciones en el anemómetro, (instrumento para medir la velocidad del viento) que fuera diseñado por León Battista en 1450, de modo que resulte más fácil medir la fuerza del viento.

Junto a bocetos de este instrumento, da Vinci hizo las siguientes notas: “Para medir la distancia recorrida por hora con la fuerza del viento, aquí se requiere un reloj para mostrar el tiempo.”

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