Serie Leonardo Da Vinci: Observador de la Naturaleza / Patricio Chambers M.

Columnistas, Opinión

Continuando con esta serie de artículos sobre uno de los grandes genios de la historia, en esta ocasión nos centraremos en la relación de Leonardo da Vinci con la naturaleza.

Lo primero que cabe mencionar sobre este personaje es su capacidad de observación rigurosa del entorno natural, lo cual le aportaría muchos de los hallazgos e inventos que dejó registrados en sus cuadernos, de los cuales hasta el momento se han catalogado apenas la mitad de las 14.000 páginas de sus obras y anotaciones.

Leonardo pasó a lo largo de su vida intentando comprender el vuelo de las aves, la disposición de las hojas de las plantas o la relación entre los anillos de los árboles y la edad, tanto como el propio cuerpo humano y más.

Su tenacidad para tratar de comprender la realidad física de las cosas se resume en una de sus frases más impactantes: “Impedimento non mi piega” que significa “ningún obstáculo me doblega.”

Esta aventura del conocimiento la describe en uno de sus cuadernos, en los cuales se pueden leer los siguientes párrafos: “Estuve vagando por el campo en busca de respuestas a las cosas que no entiendo” y añade más adelante: “Por qué hay conchas en las cimas de las montañas, junto con huellas de corales y de plantas y de algas que usualmente se encuentran en el fondo del mar.”

“Por qué el trueno se demora más que aquello que lo causa y por qué en el momento mismo de su creación el rayo se vuelve visible al ojo en tanto que el trueno necesita tiempo para llegar.”

“Cómo se forman varios círculos de agua alrededor del punto donde ha caído una piedra, y por qué se sostiene un pájaro en el aire. Estas cuestiones y otros extraños fenómenos ocupan mi pensamiento a lo largo de mi vida.”

Para él no hubo fronteras entre la naturaleza, con el arte y la ciencia. Muchos de sus descubrimientos científicos surgieron de su necesidad de entender cómo funcionaba cada reino de la naturaleza y de su deseo de representarlos de forma perfecta. Sus dibujos de flores, de caballos, del agua que fluye, de anatomía, son extraordinarios.

A través de su interés de dibujar a las plantas, pudo comprobar la existencia de una proporcionalidad numérica en la disposición de las hojas en el tallo. De igual modo, estudiando el interior de estas, estableció la teoría de la constancia de los flujos internos de un árbol, que más tarde recibiría el nombre del “Principio de Leonardo.”

Se conoce que buena parte de su tiempo dedicó a la filosofía natural, que es como se llamaba a la ciencia en aquel entonces. La proporción, armonía y belleza de la naturaleza se reflejan en todas sus obras, en especial en sus pinturas.

Su búsqueda de las relaciones armónicas de las formas, colores y sonidos, le llevaron a ponerse en contacto con lo más profundo de su ser. (O)

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