Sentido común

La gente “normal” usualmente nos manejamos con sentido común. Por ejemplo, antes de cruzar la calle, el sentido común nos enseña que debemos mirar a los dos lados para percatarnos si vienen carros y poder pasar sin riesgos. Si no usáramos el sentido común, nos lanzaríamos a la calle a tontas y a ciegas, provocando un seguro accidente.
Pero hay dos grupos de personas (llamémoslos “extraordinarias”) que no usan el sentido común para nada y que aún así logran llegar a la otra vereda sanos y salvos. El primero son los genios. Se lo explico con una divertida anécdota del mismísimo Albert Einstein.
Este genio de la física manejaba números tan astronómicamente grandes que una sola cifra podía ocupar toda una página con un montón de ceros. Pero se sumergía tanto en esas cifras —lo cual no es común— que se olvidaba de las cosas pequeñas.
Un día subió a un autobús y le entregó el pasaje al conductor, este le devolvió el cambio; Einstein lo contó y dijo: “Usted me está estafando señor, deme el vuelto completo”. El conductor volvió a contar el dinero y le dijo: “Señor, parece que no sabe contar”.
“Cuando me dijo eso -recuerda Einstein- simplemente cogí el vuelto y me dije a mí mismo: “Será mejor quedarme callado. Si alguien oyera que no sé contar y además viniendo de un conductor de autobús… ¿Acaso no sabe este hombre qué he estado haciendo durante toda mi vida?: Números y números, no hago otra cosa, todos los días pienso en números, sueño con números y este tonto me dice que no sé contar”.
Al regresar a casa, le dijo a su mujer: “Cuenta este vuelto, ¿es correcto?”. Ella lo contó y dijo: “sí, es correcto”. Entonces, él exclamó: “¡Dios mío! Eso quiere decir que el conductor tenía razón. Quizá no sepa contar, quizá solo pueda operar con cifras inmensas; el sentido común de las cifras pequeñas ha desaparecido por completo de mi mente”.
El segundo grupo que excluye el uso del sentido común se ubica, curiosamente, al extremo opuesto de las grandes virtudes cognitivas de las mentes más brillantes: los idiotas. Estos, al ser bastante más numerosos que el primero, tienen un sinfín de anécdotas, unas más idiotas que otras, sin embargo, en nuestro país hay unos cuantos muy bien identificados que sin duda se llevan la bandera: los fanáticos correístas.
A manera de colofón y para que terminemos de entenderlo mejor, le cuento por qué cada quien, a pesar de no usar el sentido común, ha sido exitoso a su manera. Mire, si un genio como Einstein habría usado el sentido común, jamás habría descubierto la Teoría de la Relatividad. Y si los idiotas seguidores del prófugo de Bélgica usaran una pizca de sentido común, simplemente no serían correístas. ¿Está claro? (O)