Secuelas psicológicas de la pandemia / Dr. Guillermo Bastidas Tello

Columnistas, Opinión

La Pandemia Covid-19 ha transformado dramáticamente nuestra cotidianeidad, la manera  en la que vivimos. Tras los confinamientos, la forma en la que dejamos de relacionarnos con los demás, nos ha modificado drásticamente nuestras vidas.

En muchos casos, la enfermedad ha impactado de forma directa a personas cercanas, lo que se traducirá en una prevalencia mayor de los problemas relacionados con la salud Psico-mental. En este sentido, nadie duda de la ‘huella’ biológica, psicológica y social que la pandemia dejará en la mayoría de la población.

Lo que ha afectado intensamente en la población son las medidas anti técnicas  del confinamiento: sentirse agobiado, fatigado, exhausto, angustiado, deprimido y ansioso;  tener menos ganas de hacer las cosas, de disfrutar  menos, de compartir el ocio y una salida al campo o a la playa.

También hemos visto a  personas con familiares fallecidos que desgraciadamente y por razones de Salud Pública  no han podido despedirse de ellos. Estas son situaciones  críticas que pueden resultar en un incremento mayor de la ansiedad o de la depresión, e incluso convertirse en síndromes de estrés agudo o estrés postraumático.

Si estos síntomas se prolongan  en el tiempo puede provocar ciertas enfermedades mentales, relacionadas con la ansiedad y la depresión, que se convierten en un verdadero problema de Sanidad Pública que habrá  que vigilar.

Los centros de salud mental  estamos recibiendo gran cantidad de pacientes con problemas de Salud Mental y nos preocupa que pueda empeorar la situación con una nueva ola desencadenada con la variante delta.

Lo importante es anunciar que esto va a suceder y que el Ministerio de Salud Pública debe dotar a los servicios de Atención Mental de más recursos para que se pueda manejar. Desgraciadamente nunca tuvimos una adecuada  estructura pública para manejar lo que sucedía en nuestro día a día antes de la pandemia. La realidad va a cambiar cuando empecemos a volver a nuestra rutina y hay que ser capaces de prever lo que sucederá: esa cuarta ola relacionada con los problemas de salud mental.

Crecemos de un Sistema Nacional de Salud Mental eficiente, en la mayoría de comunidades, por ejemplo, no tenemos  sistemas desarrollados para la prevención y tratamiento del suicidio, del consumo de sustancias lícitas ni ilícitas  con un seguimiento muy específico. Sugerimos al Gobierno Provincial y Nacional aumentar los recursos, dotar a estos dispositivos para prevenir estas situaciones y evitar el colapso de los servicios. (O)

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