Santa sepultura / Mauricio Calle Naranjo

Columnistas, Opinión

Alfred Adler dijo “mira con los ojos de otro, escucha con los ojos de otro y siente con el corazón de otro”, con base en estas palabras, creo que es la única manera de entender lo que sintieron las siete víctimas que murieron en el paro nacional de junio 2022. Los dieciocho días de movilizaciones, provocaron que Ecuador se divida, y de lo único que se habla son las pérdidas millonarias que dejó la paralización. Pienso, que el existente silencio sepulcral merece un análisis, porque nadie habla de los fallecidos, ya sea por miedo, desinterés o porque se satanizó la protesta social.

En relación a la legalidad y legitimidad de la lucha de los pueblos, serán los juristas quienes juzguen los eventos suscitados, sin embargo, por los muertos no hay respuesta oficial. Ecuador estaba y está polarizado en sus estratos sociales, y lo más grave es que perdió la empatía por sus semejantes, quienes tenían diferentes motivaciones e intenciones a fin de obtener una patria equitativa. Y como anunció George Eliot «Nadie puede ser sensato con el estómago vacío«, es decir, la pobreza y el hambre pudieron ser los factores detonantes, que desataron el ímpetu de los ecuatorianos caídos.

Ahora solo nos queda los epitafios de: Johnny Muenala, Byron Guatatoca, Henry Quezada, Franco Íñiguez, José Villa, Sargento José Chimarro, Juan Sisalema, que desde su santa sepultura, dejan un significado con su inmolación, que es el patriotismo y la convicción cívica de alzar su voz cuando se sienten vulnerados. 

El paro envió un mensaje, que se puede interpretar de mil formas y todo dependen de la situación económica y del rol que ocupa el ciudadano dentro de la sociedad. Cabe resaltar que este fenómeno social, es probable que se repita mientras no exista un entendimiento entre el proletariado, los dueños del capital y el gobierno de turno. Al no existir objetivos comunes y oportunidades para todos, seguramente volverá a suceder y se reafirmará lo señalado por David Chumaña en el 2014, “Señor presidente, decirle simplemente que, si usted no nos deja soñar, los estudiantes no lo dejaran dormir”. (O)

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