El salón de la ciudad  / Editorial

Editorial, Opinión

Todas las ciudades del mundo se caracterizan por mantener símbolos materiales, culturales, históricos y espirituales,  que reafirman los verdaderos valores de lo que han sido antes y de lo que son en la actualidad su esencia,  su tradición y su identidad propias.

Estas realidades, que se convierten en verdaderas joyas, sirven en el presente para exhibirlas en todo su valor y en todo su esplendor a los visitantes y turistas quienes,  como es obvio, las admiran y muchos hacen estudios profundos para desentrañar la historia.

Nuestra ciudad tiene  sus símbolos, unos más antiguos que otros, que son parte de la tradición de su pueblo. Entre aquellos íconos están los personajes que han aportado a dar valía e importancia de nuestro terruño, sus casas y quintas solariegas, el Edificio Municipal y del Gobierno Central, la Catedral, la Fiesta de la Fruta y de las Flores, para citar unos pocos.

El Edificio Municipal del centro de la ciudad se encuentra en remodelación, entendemos, de acuerdo a estudios serios, que no afecten  la estructura ni la ornamentación fundamental, ya que fue planificado y construído hace casi una centuria con sentido de presente y de futuro, que se debe respetar.

El Salón de la Ciudad tiene características propias en dimensiones y funcionalidad, que ha sido testigo de trascendentales acontecimientos locales y nacionales. Su importancia nadie puede ponerla en duda como para darle otro destino o función. Este espacio debe conservárselo como es y para lo que ha sido creado. (O)

 

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