Retorno presencial a las aulas / Andrés Jaramillo

Columnistas, Opinión

Los centros educativos son el pilar fundamental de una sociedad civilizada. La pandemia conllevó a la ineludible necesidad de adaptar el sistema de educación a una nueva realidad, la presencialidad telemática. Es así que, los estudiantes, hace más de un año, con dedicación y compromiso transformaron sus hogares en un espacio para recibir clases y seguir aprendiendo. 

Los docentes han demostrado tremenda vocación por la enseñanza, y junto con la dedicación y colaboración de los padres de familia, han sido el motor para que la educación de niños y adolescentes no se detenga en este periodo de crisis.  

Sin embargo, la etapa de formación académica no sólo se reduce a los conocimientos impartidos en clase, sino que también tiene gran relevancia el componente de experiencias entre amigos y compañeros, aspecto que el aprendizaje digital lamentablemente no alcanzó a cubrir. 

Es cierto que uno no debe sacrificar su salud en aras de socializar en el colegio, sin embargo, pienso que con el uso de mascarilla y distanciamiento,  la salud de los estudiantes y sus familiares no se vería comprometida en un retorno presencial a clases.

Además, es momento de verificar si efectivamente esos niños de 6, 12, 15 años, a lo largo de la experiencia virtual, han logrado adquirir los conocimientos deseados, para ello, es necesario que todos sean sometidos a evaluaciones personalizadas con sus docentes, que permitan confirmar los conocimientos adquiridos, y en caso de ser necesario, impulsar programas de nivelación presencial.

El plan de educación anunciado por el Gobierno, que busca regresar al sistema presencial y semi presencial de estudiantes de manera voluntaria, es un acierto. Sin embargo, no hay que perder de vista que involucra una enorme responsabilidad por parte de los estudiantes y profesores. Para que esta idea funcione, deben permanecer con los protocolos propios de bioseguridad. Sólo así se podrá garantizar  que, efectivamente, este retorno sea de manera permanente y no efímero producto de rebrotes y contagios masivos en las instituciones educativas.  (O)

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