Repartición mundial / Jaime Guevara Sánchez

Columnistas, Opinión

Existes detalles importantes sobre el Descubrimiento de América por Cristóbal Colón. Y aunque hay varios documentos y relatos históricos sobre el gran acontecimiento, los estudios coinciden en las fechas, en las intensiones y los intereses reales del mundo de ese tiempo. Desde el Cercano Oriente los europeos regresaban con grupos novedosos por productos imposibles de encontrar en sus países de origen. Incrementar el comercio entre los países de Europa y aquellos de Asia fue la única solución de satisfacer esos deseos.

Mientras los intereses comerciales empezaban a moverse, Cristóbal Colón, navegante italiano, estaba haciendo historia. Tenía sus ideas sobre como llegar a China. Tampoco era ningún santo, tenía ambiciones humanas como la de meter las dos en la riqueza del Este.

La idea de que la tierra era redonda no fue su fantasía, Colón tenía mapas que respaldaban su idea. Mapas que los consiguió de su suegro. Inclusive se especula que Colón se casó con la chica solo para conseguir los mapas.

En fin. El resto de la historia es conocida. Colón se hizo a la mar en las tres carabelas el 3 de agosto de 1492 con ochenta y ocho hombres. El 12 de octubre apareció tierra a estribor, convirtiéndose en realidad el descubrimiento que para Colón era “Las Indias”.

 Si bien nadie puede menospreciar la epopeya de Colón, la verdad, es que varios países de Europa buscaban apropiarse de nuevos territorios, explotar sus riquezas y fortificar su poder.

En el año 1494, el Tratado de Tordesillas establecio los límites de las áreas de exploración y conquista para Casilla y Portugal. A Portugal le correspondieron las tierras de África y Asia, así como Brasil, descubierto por Alvarez Cabral en 1500, incluido en los límites del tratado. Para Castilla quedaron las tierras americanas y las islas Filipinas.

Y, para variar, Inglaterra y Francia iniciaron el asalto al territorio de América del Norte, cuyas tribus, amantes de la naturaleza, adolecieron de una desventaja infinita para defender su existencia. Fue imposible que la fecha tribal compita contra algo poderosamente destructor como la pólvora de los “exploradores” europeos.

Hoy como ayer, como mañana y como siempre, el reparto del mundo continúa…! (O)

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