¡Renovación! / Mirian Delgado Palma

Columnistas, Opinión


Personalmente considero que el celebrar la venida de nuestro Salvador, es un tiempo maravilloso para dedicarnos a nuestra existencia espiritual y apartarnos por un tiempo de las vicisitudes de la vida material que copa nuestro tiempo y atención, olvidándonos de nuestro ser interior como el combustible maravilloso que da vida y felicidad para el desarrollo de una verdadera vivencia de hermandad terrenal.

Es importante realizar una limpieza de nuestra casa interior, y renovarla en toda su magnitud, diseñándola con las esencias más exquisitas para el cuerpo y el alma que es la gran expresión de la vida, que es expresión divina.

Renovar nuestros ambientes internos, no es nada fácil, porque somos seres frágiles, y resistentes al cambio: y más cuestionable, si se trata de un cambio conductual, de actitud para con nosotros mismos y los demás. Es hermoso recordar la presencia de ese hombre maravilloso llamado “Jesús” que vino mundo terrenal a conceder a sus hijos la energía divina, a través de su sagrado corazón, sus apacibles ojos y sus generosas manos. Nos enseñó a amarnos incondicionalmente.

El Señor vino al mundo a hablarnos del amor, que en su expresión más sublime es la experiencia vivencial de la unidad de la conciencia. Lo expresamos y lo hacemos manifiesto con el cultivo de la compasión y la aceptación del otro. El amor es la energía más poderosa de sanación y es el catalizador para todo tipo de transformación. Nuestra incapacidad para amar y recibir amor está en las raíces del egoísmo de nuestro mundo interior.

El amor de Dios significa aquella excelsa expresión de una vida de humanidad, de solidaridad, de empatía, de paz, de felicidad; es poder conjugar en nuestro interior aquella sensación de felicidad, expresada en todas sus formas en el diario vivir. Amar y no juzgar es nuestra razón de ser.

Que importante es practicar la cualidad de la tolerancia, es un atributo del verdadero amor, necesitamos abrir nuestros corazones para que centelle esa luz divina y renueve nuestro interior, que nos permita arrancar de nuestros corazones todo tipo de sentimientos negativos que no nos deja ser felices.

En todas las épocas hemos tenido la oportunidad de ver como seres iluminados han sabido proyectar su grandeza y poder, dando y recibiendo amor. Aprender a dar y recibir el amor, nos hará experimentar una vida llena de satisfacciones. Podemos transformar y crecer a través del amor. La energía amorosa es la energía de la unidad, la armonía, el balance y la paz.

Renovemos nuestros corazones con la medicina del alma, a fin de que nuestra casa interior resplandezca en toda su intensidad, para que no habitemos en tinieblas, preparando el templo de Dios para el nuevo año que está por llegar, con gran sensibilidad para escuchar su dulce voz y aprender a interpretarla en el camino de la vida y remontarnos a las mejores alturas del espíritu que nos conforta. (O)

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