Rencor… / Andrea Manjarrez Ocaña

Columnistas, Opinión


Siendo las seis de la tarde al atardecer de un  domingo normal con la luz de la luna y la brisa de la naturaleza en un mirador apartado de la ciudad, con la compañía de la soledad, la perfecta para hacer ese famoso estudio de conciencia, tan necesario para refrescar el alma y espíritu, ves a tu alrededor te das cuenta que es uno a uno, tú en contra y tú a favor,  es algo así como un monólogo donde la audiencia únicamente eres tú mismo, lo que habla tu boca lo escucharán tus oídos y lo que diga tu cabeza lo escuchará tu corazón.

Empiezan a surgir aquellas palabras entrecortadas y dudosas que aparecen de ese silencio incómodo en el alma y el ser, que dan el punta pie a todo aquello que debe salir a flote para que deje de pesar, esos fantasmas que piden a gritos quedarse pero para liberarse de ellos debes despojarte de dolores y tormentos para únicamente albergar alegría, esperanza y satisfacción, después de sentir los minutos transcurrir y sentir que el tiempo se acorta y el peso desvanece, llegas a la parte final donde tu estudio brinda resultados, mismos compuestos por problemas y posibles soluciones, donde aparecen las fieras internas aquellas que no puedes perdonar pues en su estado salvaje y a su paso por tu vida, dejaron huellas imborrables que nunca dejarán de afectarte pero ahí es donde descubres que esto ocurrirá solo si tu lo permites, escucha atenta tus virtudes y vanaglóriate, pero mantente vigilante ante los defectos pues ahí puedes encontrar la razón de tus problemas, problemas que concluyes que son inexistentes, posees tantas maravillas en tu entorno que puedes disfrutar, en ese preciso momento me puse a meditar que la vida es tan corta como para que las malas emociones provoquen el mayor sentimiento negativo, el temido y doloroso Rencor…(O) 


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