Recomendaciones para una salud natural / Ing. Patricio Chambers M.

Columnistas, Opinión



La presencia del coronavirus sin duda ha alterado el ritmo de vida de gran parte del planeta, pero por sobre todo ha generado una ola enorme de miedo que se expande con mayor rapidez que el propio virus.

Al momento este mal según la Organización Mundial de la Salud (OMS) es una potencial pandemia, lo cual obviamente crea temor en la población y de ahí tanta reacción extrema que, sumadas a manejos irresponsables de la información, causan verdaderas preocupaciones.

Si bien es indispensable que los países tomen medidas, también es necesario que cada uno de nosotros asuma una actitud adecuada ante la llegada de una infección viral de proporciones mundiales.

En este sentido, la mejor medida es sin duda, la prevención por sobre todo en cuanto a la higiene de nuestro cuerpo como a la alimentación con productos naturales se refiere.

Hay que estar conscientes de que, al acudir a medicamentos convencionales generalmente conseguiremos debilitar nuestras propias defensas, poniendo la salud en manos de factores exógenos que no siempre responden adecuadamente y que más bien abren paso a otras afecciones en forma de efectos secundarios.

De ahí, la importancia de volver a lo natural y recordar aquello que hace varios siglos recomendaba el padre de la medicina, Hipócrates al decir: “que tu alimento sea tu medicina”, pues es bien sabido que la buena alimentación proporciona salud.

También cabe recordar que cualquier alteración que sufren los alimentos es provocada principalmente por bacterias y que éstas se encuentran en todas partes: en el aire, en el agua, en el suelo, en nuestra piel o en nuestro cuerpo.

De hecho, cuando el alimento llega a nuestra cocina ya lleva gérmenes y por ello deberemos evitar que esos microorganismos se desarrollen o peor aún, que se adicionen otros en los propios alimentos.

Según la especialista Isabel Pérez Arellano, tres factores se deben controlar para evitar el desarrollo de las bacterias: la temperatura, la humedad y el tiempo.

Las bacterias dañinas para el ser humano se mantienen en temperaturas cálidas, por lo que no crecen cuando los productos están en el frigorífico. Tampoco lo hacen por encima de los 70 grados pues se mueren por ejemplo al hervirlos durante unos minutos.

Así pues, hay que preparar nuestra alimentación con la mínima antelación posible a su consumo y en la justa cantidad para evitar que queden restos. Si algo sobra, debe guardarse en la refrigeradora hasta su próximo consumo.

Al trabajar con la comida lo fundamental es la limpieza y la higiene personal, lavarse las manos con mucha frecuencia, especialmente después de ir al aseo, de sonarse la nariz, de tocar alimentos crudos o de manejar desperdicios, además llevar las uñas cortas y limpias.

Por temperatura, no mezclar aceites usados con los nuevos. Evitar que se junten alimentos crudos con los cocinados, porque en los crudos hay bacterias que en el alimento cocinado ya han sido eliminados. En fin, recomendaciones básicas ante situaciones extraordinarias. (O)                                             

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