Recesión técnica en Estados Unidos / Econ. Carlos Tutiven, Mg.

Columnistas, Opinión

Recesión técnica es cuando la tasa de crecimiento es negativa al menos 2 trimestres consecutivos. Un concepto simple pero aceptado por la mayoría de economistas, inversores, bancos, gobiernos y todo aquel que tenga que ver con el mundo financiero.

Dicho esto, la FED (Reserva Federal de los Estados Unidos) el 28 de julio presentó los resultados económicos, lo más importante; la tasa de crecimiento del PIB de este trimestre fue de -0.9% (consideremos que el primer trimestre del 2022 la tasa de crecimiento fue de -1.6%), la primera economía del mundo técnicamente se encuentra en recesión.

Las principales autoridades empezando por el presidente Joe Biden insiste que no se lo debe tomar de esta manera, aferrándose principalmente a otros indicadores como la del desempleo que se mantiene en niveles bajos (3.6%), pero lo cierto es que nuevamente se expresa este fenómeno económico en la nación norteamericana.

Consideremos los hechos y nos remontamos al año 2020 en donde por 2 trimestres consecutivos (primero y segundo) la tasa de crecimiento fue de -5.1% y -31.2%, mucho peor que la situación actual, pero técnicamente el escenario es radicalmente opuesto ya que estos resultados se dieron por el COVID 19 y el confinamiento al que se vieron avocados toda la población tomando en cuenta que el PIB se encuentra estructurado por 80% servicios, 19% industrias y apenas 1% para el sector agrícola, se va a tener inexorablemente estos efectos.

El tercer trimestre del 2020 el crecimiento fue de 33.8% empujado principalmente por la política monetaria del banco central con dinero barato (tasa de interés del 0%) y asistencia económica a las familias estadounidenses para estimular el consumo.

Datos recabados estiman que el 40% de los dólares dispersados en el mundo fueron impresos en los 2 últimos años, la inflación más alta en los últimos 40 años, permite concluir que no se puede aplicar siempre la misma medicina y las políticas restrictivas que incluyen un aumento de la tasa de interés (2.25% y la promesa de más subidas de tipo en septiembre) avizoran un futuro financiero y económico con más dudas que certezas a corto plazo.

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