¿Qué tiene México? / Fabricio Dávila Espinoza

Columnistas, Opinión


«Luego de las violentas jornadas de octubre, un grupo de militantes vinculados al movimiento Revolución Ciudadana ingresó a la embajada de México en Quito y solicitó asilo diplomático a ese país. El gobierno de México informó días después que concedía el pedido”.

Con esta afirmación el Canciller, José Valencia, informó a través de una rueda de prensa que, que los asambleístas refugiados en la embajada mexicana durante las protestas del mes de octubre abandonaron el país.  

Gabriela Rivadeneira, Soledad Buendía y Carlos Viteri, acompañados de sus cónyuges ingresaron a la sede diplomática aduciendo persecución política. A este grupo se unión el asambleísta alterno Luis Molina.

El Canciller informó, ayer, que el Gobierno del Ecuador otorgó facilidades para el viaje. A decir de Valencia, esta decisión tiene como sustento que la Fiscalía no pidió ninguna medida cautelar y que el presidente mexicano, López Obrador, les concedió el asilo diplomático.

Esta figura reconocida por el derecho internacional y amparada por la Organización de Estados Americanos, tiene como objetivo conceder albergue temporal a las personas que huyen de su país de origen por motivos de persecución política. Particularmente, rige dentro de los sitios que son considerados prolongación del territorio nacional, como las embajadas, residencias de embajadores y naves de guerra que está ancladas en puertos extranjeros. Mientras dura su refugio, los asilados no pueden desempeñar actividades políticas y el país local está obligado a brindar las garantías para que salgan de sus fronteras. El gobierno anfitrión, por su parte, una vez que lleguen a su territorio, no tiene obligación de asistirlos con residencia ni otro beneficio. Este tipo de asilo goza de legalidad, sin embargo, cada país puede aceptarlo o negarlo. El gobierno de México optó por la primera alternativa y el Ecuador se allanó sin objeciones.

Los asambleístas continuarán “velando por los ecuatorianos” desde el exilio y no tendrán impedimento para viajar por el mundo. Con esto, se agranda lista de políticos asilados, prófugos o con paradero desconocido. ¿Qué tiene México que una buena parte de los “perseguidos” busca refugio en este destino turístico? Este país tiene incuestionables atractivos de interés cultural, religioso, ancestral, gastronómico,… que llenan sus aeropuertos todos los días. Al parecer, se está gestionando un nuevo mercado: el turismo político de los socialistas del siglo XXI.  (O)

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