Que nada nos intimide / Kléver Silva Zaldumbide
Si nos sentimos derrotados, sin esperanza y sin fe porque tenemos un problema, a veces, en la vida cotidiana, podemos ver cosas que pueden hacer que nuestras preocupaciones se desvanezcan, escenas que pueden durar segundos pero que, en esos pocos segundos, aprendemos más acerca de la vida que en decenios. Recuerdo ese pasaje de aquel hombre que no tenía piernas, sentado en una plataforma y que para avanzar se ayudaba con un bloque de madera en cada mano, al levantar su plataforma para subir la acera, alzó la vista, animado y con sonrisa amplia saludó a un hombre que se quedó perplejo mirándole y entonces se dio cuenta de lo inmensamente rico que era, ya que tenía las dos piernas y podía caminar. A partir de aquel día en el espejo de su baño colocó estas palabras que lee todas las mañanas al afeitarse: “Me sentía ingrato porque no tenía zapatos hasta que conocí a un hombre que no tenía piernas”.
Lo más importante es creer que nuestro problema tal vez no sea tan grave, depende de cómo miramos, lo importante no es que nos cueste o nos duela, sino que no nos intimide. La manera como reaccionamos cuando ocurren problemas si depende de nosotros, la actitud que asumamos sea positiva o negativa depende de si vencemos los conflictos que nos asaltan o si permitimos que los conflictos nos venzan a nosotros. Preguntémonos: ¿Una fogata es núcleo de calidez y belleza o es causa de humo y cenizas? ¿El cristal de una ventana es algo que nos da entrada a la luz o es algo que siempre se ensucia y hay que limpiar? La historia nos cuenta cuando el laboratorio del gran inventor Thomas A. Edison estaba en llamas, éste impotente, y mientras veía consumirse sus costosos experimentos y equipos, llamó a su hijo, le dijo: “ven, nunca volverás a ver algo semejante”, y mientras observaban las calcinantes llamaradas comentó: “con ello se han esfumado todos nuestros errores y ahora podemos empezar todo de nuevo”, enseguida reconstruyó el laboratorio y al cabo de poco tiempo inventó el fonógrafo en 1877.
Lo cierto es que, para vencer nuestras dificultades, lo mejor es no permitir que de granitos de arena pasen a ser montañas sino más bien abordarlas desde un primer momento ya que en cuanto más tiempo pasamos contemplándolas más crecen. Se ha dicho sabiamente que la mejor manera de salir de un problema es atravesándolo. Un hombre que constituyó un modelo de superación fue el autodidacta, escritor y dramaturgo irlandés de fama mundial, Nobel de literatura en 1925, George Bernard Shaw, a quien una vez le preguntaron cómo había aprendido a hablar en público con tan singular pujanza y agudeza. Respondió: “de la misma manera que aprendí a patinar… insistiendo en hacer el ridículo ante la gente, hasta que adquirí destreza. Hay pocos que hayan sufrido más que yo de simple cobardía o que se hayan sentido más horriblemente avergonzados de ella.
Finalmente logré dominar mi timidez y temor, atacando a mi complejo y convirtiendo mi punto más flaco en mi mayor virtud.” Con la práctica George B. Shaw se convirtió en uno de los conferencistas más brillantes y seguros de sí que concibiera la primera mitad del siglo XX. Otro ejemplo fue Helen Keller la sordociega, autora, activista y oradora estadounidense, que habló por primera vez a los 24 años de edad, dijo: “Cuando una puerta se cierra, otra se abre, pero, frecuentemente, permanecemos atrapados en la que se cerró y no vemos la nueva puerta que se ha abierto ante nosotros” “Es mejor encender una vela que maldecir la obscuridad”. (O)
Medicina Integrativa Oriental