¿Qué enseñanzas nos está dejando el COVID-19? / Ing. Patricio Chambers M.

Columnistas, Opinión



Antiguas enseñanzas de la humanidad nos hablan de que en el universo nada es coincidencia y que todo lo que ocurre posee un sentido, un por qué y un para qué. Si esto es así, entonces esta pandemia tendrá también su razón, pero necesitamos identificarla.

Partamos del hecho de que situaciones como éstas siempre conllevan enseñanzas que nos corresponde apreciar en su justa medida. Es evidente que en este momento nos encontramos en pleno aprendizaje de ciertas cosas porque simplemente las estamos viviendo en forma directa.

Un buen ejemplo de ello es la conciencia que vamos tomando sobre nuestro propio entorno. Así estamos volviendo a valorar las cosas simples de la vida como el vuelo o el trinar de los pájaros, el nado de los peces en aguas ahora más cristalinas, tanto como la agradable compañía de nuestras mascotas.

Pero también apreciar el sonido del viento, las formas enigmáticas de las nubes, el sol al amanecer y las estrellas en la noche, las montañas y el rugir de algún río.

De pronto entendemos que aquellos que tomábamos como seres inertes, no son sino otras formas maravillosas de vida que habitan en este pequeño planeta, que gira incansablemente alrededor de su estrella.

Es que tal como lo afirmaban los sabios de la antigüedad, la Tierra es un gran ser vivo que acoge a multitud de vidas entre las que se encuentra el propio ser humano.

Es la madre naturaleza la que permite que todas ellas convivan en armonía, cada una con su porqué y rol que cumplir en el concierto de la existencia. Ahora nos damos cuenta, que no podemos vivir ajenos a ello.

Cuánto sentido tiene aquello que el filósofo Jorge A. Livraga señalara al decir que «es indispensable que el ser humano vuelva a sentirse parte de la naturaleza, ni su dueño, ni su esclavo».

Por otra parte, mirando las calles vacías de la ciudad y el silencio que impone el toque de queda, vemos que hemos estado viviendo en medio de multitudes y llenos de ruido. Ahora comprendemos que eso nos estaba enfermando, que nos tiene estresados y nos lleva a reaccionar con violencia en todo momento.

Un diminuto ser nos ha obligado a encerrarnos en casa, pero a través de ello nos ha devuelto el tiempo del hogar, de la familia, del amor fraternal. En medio del trajín diario y de la obsesión de producir cual máquinas, habíamos dejado de lado el enorme valor que esto representa.

También nos ha mostrado el sentido de la solidaridad humana e incluso el heroísmo de miles de médicos y personal de salud que, junto a los recogedores de basura, policías, militares, funcionarios de gobierno y tantos otros, luchan allá afuera por la salud de todos.

Para aprender todo esto hubiéramos requerido muchísimo tiempo y seguramente grandes dolores, pero la naturaleza en su infinita sabiduría lo ha hecho en pocas semanas y en el mundo entero. (O)

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