Python y Nagoya / Fabricio Dávila Espinoza

Columnistas, Opinión

El debate presidencial dejó varias reacciones. Cada contendiente afirma haberse llevado el triunfo. La verdad, el público perdió la ocasión de escuchar propuestas en lugar de ataques.

El desprestigiado Consejo Nacional Electoral nuevamente mostró inoperancia, al organizar un debate con una moderadora que se limitó a leer cuestionarios prestablecidos, con preguntas demasiado extensas y sin el tiempo para obtener respuestas concluyentes. Con estas reglas, muy poco se podía esperar.  

El evento era oportuno para que los 5,7 millones de ecuatorianos que no optaron por los finalistas tomen una decisión. La metodología buscó favorecer el enfrentamiento de ideas alrededor de cinco ejes: economía y empleo; salud, vacunación seguridad social y nutrición infantil; democracia e institucionalidad estatal, independencia de poderes, participación ciudadana y transparencia; educación, desarrollo humano y tecnología y relaciones internacionales, movilidad humana y desarrollo sostenible. Responder a tantos contenidos en menos de 120 minutos se convirtió en una misión imposible.

Tal vez, el momento más esperado, fue el último tramo, cuando los candidatos tuvieron vía libre para preguntar y repreguntar a su antagonista. Entonces, el estudio de televisión se convirtió en un cuadrilátero. Los dos presidenciables intensificaron el intercambio de críticas y acusaciones mutuas. Arauz arremetió contra Lasso por su oficio de banquero y no desaprovechó la apertura de su micrófono para insistir que el candidato de Creo cogobernó con el actual presidente. Lasso, por su parte, patentó una frase que se convirtió en tendencia: “Andrés, no mientas otra vez”. Mucho ruido, pocas nueces.

Para el público más observador, dos palabras no pasaron desapercibidas: “Python” y “Nagoya”. El candidato correísta, en primera instancia, se refirió a un lenguaje de programación que se puede enseñar a niños de temprana edad. De hecho, en el Ecuador hay escuelas que lo hacen. Así lo certifica Pablo Robayo, coordinador de la carrera de desarrollo de sotfware del Instituto Tecnológico Superior Benito Juárez. Nagoya, mientras tanto, es el nombre de un acuerdo firmado en el 2014, como anexo al Convenio sobre la Diversidad Biológica, cuyo objetivo es lograr una participación equitativa en los beneficios derivados de la utilización de recursos genéticos.

Lasso, al igual que cualquier ciudadano de a pie, difícilmente sabrían qué decir sobre estos temas poco conocidos y que seguramente se volverán populares a partir del debate. Sin el afán de menospreciar el bagaje intelectual del candidato de Correa, a la hora de usar términos tan “rebuscados”, prevalece la duda sobre su probidad en otros temas sobre los que guardó silencio, como las preguntas acerca de los atentados a la vida y a los derechos humanos, que se cometieron durante el gobierno del que fue parte. (O)

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