Porqué estamos aquí?/ Jaime Guevara Sánchez

Columnistas, Opinión



Desde tiempos inmemoriales, los científicos han tratado de descifrar varias incógnitas universales.  ¿Cuán grande es el espacio? ¿Cuál es la verdadera edad de la tierra? ¿Cuándo apareció el hombre? Preguntas al por mayor. La búsqueda de respuestas ha sido interminable, infinita, inalcanzable.

Dicen, por ejemplo, que las especies humanas han estado deambulando por cerca de 250.000 años, aproximadamente lo que significa 0,0015   por ciento de toda la vida terrestre, la última pulgada de una milla cósmica. Como si fuese el otro día nomás, el planeta, mejor dicho el universo, funcionaba solo, sin nosotros. Esto hace que nuestro arribo luzca ocurrencia tardía del cosmos, un accidente antes que la culminación de algo planificado.

Algo más, los muchos factores evolucionarios que produjeron a nosotros son improbables, irrepetibles, impredecibles. Sin embargo, impredecible no significa casualidad. Tiene sentido y puede ser explicado después del hecho. Pero regresemos la cinta grabada de la vida al inicio del tiempo y dejemos que vuelva sonar… nunca los humanos tienen una segunda oportunidad.

Veamos, nunca es niño, si es solamente un niño, entonces es demasiado fuerte. Lo que los científicos quieren decir es que obtener seres humanos en una segunda vuelta a través de la evolución de la vida sería un disparo al vacío. La distancia de la disparidad acercándose de infinito a uno. Y eso siempre que fuera posible acercarse al infinito, lo cual es imposible.

Entonces ¿cómo es que los humanos estamos aquí? La respuesta de los científicos: “Un grupo de peces dispares tenían una peculiar aleta en su anatomía que podía transformarse en piernas para las criaturas terrestres; porque la tierra nunca se congeló durante la edad de hielo; porque unas pequeñas especies (los científicos se refieren a nosotros) levantándose en África hace un millón de años, ha podido hasta hoy sobrevivir por el arpón y el anzuelo.”

Quien escribe esta cuartilla, pobre marchante común, qué podría decir. Quizás, que la vida es mejor que la muerte, aunque sólo fuese porque es menos abrumadora, y porque en nuestro caso, tenemos manzanas deliciosas y frescas todos los años. (O)

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