Plan educativo decenal / Dr. Washington Montaño Correa.  

Columnistas, Opinión

 

 

Tanto el gobierno anterior como el actual, se han hecho los sordos, ciegos y mudos y no dan respuestas cuando se les pregunta sobre el nuevo Plan Educativo Decenal.  Se acuerdan que convocaron a los verde-maestros a Guayaquil para “el lanzamiento del plan decenal 2016-2025” y entregaron la propuesta a la comunidad educativa en un borrador de 177 hojas. ¿No? Si tienen razón, yo también me estoy olvidando porque no han dado muestras de los avances, sin embrago que han pasado solo dos años.

Si mal no me recuerdo, en dicho documento, se proponía evaluar lo que se hizo en el anterior plan decenal, para después elaborar la nueva propuesta con “el desarrollo de espacios participativos, aportes, sueños y aspiraciones de la comunidad educativa”. La propuesta tiene una visión hacia el 2025 y establece dos políticas: Garantizar oportunidad de aprendizaje para desarrollar una comunidad educativa justa, solidaria e innovadora y Mejorar los resultados de aprendizaje medidos a través de un sistema integral de evaluación de la calidad.

En la página 69, describe la Misión así: Transformar la escuela en una comunidad de aprendizaje que fortalezca la identidad de los estudiantes, desarrolle integralmente sus capacidades y su compromiso social.

Todo está muy bien, sin justificar la demora que perjudica a los estudiantes niños y jóvenes de toda nuestra sociedad y trastoca los mismos postulados inmersos en ese documento-borrador. No me vayan a salir con que se está en el proceso de construcción, si tuvieron todo el tiempo del mundo para antes que fenezca el anterior, realizar todas las reuniones y con todos los sectores considerados actores del hacer educativo.

Desconozco que más se ha realizado, cuánto más se ha avanzado sobre el Plan de este decenio. No se podría aceptar que luego de haber escrito toda una literatura que roza lo lírico y toca los puntos más sensibles de las personas, se demore en algo que es de fondo, urgente, necesario, inmediato; es imperativo que la educación tenga un Plan que guíe, oriente y direccione su actividad formadora, porque problemas ya tenemos y propuestas abundan, desde cambiar la malla curricular, capacitar a los docentes y directivos y renovar los cuadros de todas las autoridades, quienes de acuerdo a la ley y reglamento vigente, deben ingresar con concurso de merecimiento oposición.

Si no existe un Plan, las situaciones se van a dar a libre albedrío; y, como están los docentes abrumados de trabajo administrativo, atosigados de normativas tonterosas, en ambientes de desconfianza, temor, recelo y altamente estresante; deben surgir objetivos y metas claras que enrumbe las tareas de un nuevo modelo educativo acorde a los tiempos y a las necesidades sociales. (O)

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