OPORTUNIDADES / Mario Fernando Barona

Columnistas, Opinión

Una oportunidad es un tesoro, es la ocasión para catapultarnos uno o varios peldaños arriba, es el tren de la libertad al que hay que embarcarse raudo y decidido porque difícilmente volverá a pasar, es el tan anhelado sueño de toda mente grande. Una oportunidad, en definitiva, debería ser un derecho inalienable de la humanidad, aunque no todos acceden a ella en igualdad de condiciones.

La izquierda retrógrada siempre ha hablado de una desigualdad en la repartición de la riqueza como una de las causas de pobreza en la sociedad, pero jamás la hemos oído hablar de una falta de igualdad de oportunidades como la verdadera razón para que esto ocurra. Y es que no les conviene, porque el discurso confrontativo cargado de odio y resentimiento y tan fructíferamente electorero se les acabaría, ya no tendrían a quién culpar, ya no serían víctimas de las oligarquías y sus medios de producción. Por eso, pese a que saben que es cierto, siguen con la misma cantaleta de hace ciento cincuenta años sin cambiar ni una coma.

La exigencia debería ir dirigida hacia el Estado para que todos sin excepción tengamos las mismas oportunidades -con los mismos derechos y obligaciones-. Por ejemplo, una persona sin recursos debería tener la misma oportunidad que aquella pudiente de ingresar a una universidad privada; los bancos deberían facilitar préstamos con la misma diligencia y oportunidad tanto a quienes ya tienen su negocio por años como a aquellos emprendedores que recién comienzan; todo el mundo debería tener la oportunidad de acceder a servicios de salud de calidad sin tener que comprar afuera medicinas e insumos; el Estado debería brindar las facilidades (oportunidades) para que toda familia adquiera su casa propia sin dilación; etc.

Pero la oportunidad más directa, segura y certera no hay que esperarla de terceros, ya la posee usted ahora mismo, está en sus manos y la ejerce cada vez que elige a sus representantes políticos. Es por eso que usted tiene aquí, déjeme decirle, mucha responsabilidad por la debacle que vive el Ecuador hoy en día al haberles otorgado poder con su voto a delincuentes, ignorantes, inmorales, vagos, payasos y populistas, así que quéjese menos porque en todas las elecciones -sin excepción- usted sí tuvo la oportunidad de decidir por el mejor o incluso el menos malo, pero prefirió a los peores.

En febrero del próximo año habrá elecciones seccionales (y a este paso capaz que también de asambleístas y presidente). No pretenda un Ecuador ejemplar manteniendo la misma línea de preferencias electorales de estos últimos quince años. No desperdicie su voto reencauchando sinvergüenzas. Dese la oportunidad de dignificar la política eligiendo con criterio.

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