No al bloque petrolero 28 en Pastaza / Juan Diego Valdivieso Rowland

Columnistas, Opinión


El 7 de marzo visité el maravilloso cantón Mera, en Pastaza. Mi primera impresión al llegar al centro poblado fue de un sitio ordenado, limpio y agradable. Luego recorrí uno de los caminos que conducen hacia una ciclorruta que asciende hacia el Parque Nacional Llanganates y a otros puntos turísticos. Observé la belleza de los ríos, hasta ahora limpios, que atraviesan la zona.

Sin embargo, como en todo lugar biodiverso en Ecuador, siempre existe algún conflicto socioambiental. Al conversar con propietarios de bosques en la zona, comprendí la magnitud de las amenazas del bloque 28.

Los primeros problemas se presentaron a finales de 2016, cuando luego de haber hecho prospección sísmica, se afectó al subsuelo de las zonas donde los técnicos utilizaron dinamita para determinar la existencia de hidrocarburos. Debido a este proceso que atentó contra el entorno y por las fuertes lluvias, hubo filtraciones de petróleo hacia los ríos que abastecen de agua a Mera, Puyo, Santa Clara y otros centros poblados de Pastaza. Esto nos alerta sobre los perjuicios que existirán si se concreta la explotación petrolera, ya que hasta ahora solo se realizan actividades exploratorias.  

Según un artículo publicado en Plan V y firmado por el biólogo Andrés Tapia, comunicador de la Confeniae, la Secretaría de Hidrocarburos lanzó en 2014 la Ronda Licitatoria para la adjudicación de bloques petroleros en el Suroriente de la Amazonía.

Se asignó la exploración y explotación de 175.250 hectáreas en Pastaza al Consorcio BLOQUE 28, conformado por las empresas estatales y privadas Petroamazonas EP (Ecuador, 51%), Enap Sipetrol (Chile, 42%) y Belorusneft (Bielorrusia, 7%).

Parece que al Ministerio del Ambiente y Agua (MAAE), entidad que otorgó las licencias ambientales al consorcio, se le “olvidó” que la Cordillera del Abitagua y la cuenca del río Anzu, situado en la zona de amortiguamiento del Parque Nacional Llanganates, es un área de transición (ecotono) que conecta los andes subtropicales con las tierras bajas de la Amazonía.

Según Tapia, “esta característica biogeográfica ha dado lugar a que existan una variedad de tipos de hábitat y microclimas con una altísima biodiversidad y endemismo de especies, así como abundantes cuerpos de agua: vertientes, riachuelos y ríos que descienden a través de las estribaciones”.

Esta zona es considerada un “hotspot” o “sitio caliente” de biodiversidad, uno de los cinco de estas características en Ecuador junto a las islas Galápagos, Chocó Andino, Cuyabeno y Yasuní. En 2002, esta zona fue declarada como «Regalo para la Tierra» por parte de la World Wildlife Found (WWF), el máximo galardón que esta organización otorga a la naturaleza.

¿Cuándo entenderán las autoridades que deben terminar con la dicotomía extractivismo vs conservación, cuando la respuesta obvia es la conservación?

Fundador de “La Ventana Verde”. (O)

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