Navidad / Mauricio Calle Naranjo

Columnistas, Opinión

La Navidad es una festividad en donde la gran mayoría de la población ecuatoriana conmemora el nacimiento de Jesús de Nazaret. Es una fecha espiritual que incentiva a renovar nuestro corazón y mente con sentimientos de amor, paz y esperanza. Sin embargo a través de los años se ha tergiversado su significado real, hasta convertirla en una celebración superficial y comercial. En consecuencia, las fiestas navideñas representan para algunos sectores económicos el mejor mes de ventas en el año.

No permitamos que se pierdan los verdaderos motivos de la Navidad en las futuras generaciones. Sembremos en los corazones de la juventud la solidaridad, la sinceridad, y el perdón. Demostremos con el ejemplo y eliminemos de nuestras vidas el rencor, la envidia, la hipocresía, el egoísmo. Vivamos la empatía y solidaria con el prójimo todos los días del año y no reservemos la bondad del corazón solo para fechas  especiales. El planeta necesita gente feliz y buena de espíritu, seamos parte del cambio.

Aprovechemos esta fecha y disfrutemos de la compañía de nuestros seres queridos, hoy más que nunca palpamos las secuelas del COVID-19, y muchos esta navidad al mirar una silla vacía recordarán a sus familiares perdidos en la pandemia.

Debemos intentar que la Navidad se la viva diariamente en el interior de cada familia, convivir en harmonía con nuestros semejantes, ser la mano amiga que ayuda al más necesitado. Vivir un tiempo de unión fraterna y sincera, porque en la corta estancia que pasamos en el mundo terrenal, deben ser momentos de alegría y felicidad, y que en las horas de agobio y sufrimiento podamos encontrar una amistad verdadera que nos brinde paz e impulse a ser mejores seres humanos. «Honraré la Navidad en mi corazón y procuraré conservarla durante todo el año»(Charles Dickens). (O)

¡Feliz Navidad!

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