Medicina integrativa oriental / Kléver Silva Zaldumbide

Columnistas, Opinión


Una de las generosidades divinas más grandiosas otorgadas al ser humano es la “sabiduría inconsciente”, muy interna en cada uno de nosotros. Me refiero a nuestras respuestas fisiológicas, las cuales cumplen normalmente una función autorreguladora y además tienden siempre hacia la curación en el verdadero sentido de la palabra y sin la menor intervención de nuestra parte consciente como un proceso dinámico y constante. Basta citar como ejemplo la restauración natural de nuestra piel luego de una cortada o herida, y para ello no requiere de nuestra atención consciente, el organismo, simplemente sabe cómo seguir el sendero a la autocuración.

Ya nuestros sabios de la antigüedad confiaban tanto en este poder natural que lo resumieron en la expresión “Vis Medicatrix Naturae”, que significa: el poder curativo de la naturaleza. A la luz de este ángulo de vista la forma de promover en el ser humano es planteándole un nuevo esquema educativo-orientativo para que cambie comportamiento y le vea a la salud como un derecho y un deber con una política preventiva antes que curativa, pulverizar esquemas de pensamiento aparentemente quemeimportistas sobre nuestra salud y alimentación (“ya me ha de pasar”, “chulla vida”, “comiendo me he de morir”, “barriga de pobre que reviente y no sobre” y más.) que hemos venido arrastrando ancestralmente, influenciados por varios factores culturales, familiares, personales y hasta de intereses comerciales, destruyéndonos nuestra autoestima de salud, identificándonos como una constante de “dañino = rico”.

Sea que preguntemos al lego, revisemos en libros o diccionarios de terminología médica, es probable que encontremos una definición de salud como “ausencia de enfermedad”, pero, hay situaciones que ponen en tela de juicio las definiciones arriba propuestas, como cuando una persona se reporta “mal” o “enferma”, pero tras practicarle todos los exámenes clínicos y de ayuda diagnóstica, no se encuentra el “daño”,  no es raro que, ante tal situación, el examinador concluya  que  la persona no padece ningún mal puesto que nuestra ciencia occidental considera a la enfermedad como un funcionamiento defectuoso de ciertos mecanismos biológicos donde la tarea es intervenir en su causa física, y la falla, por tanto, con frecuencia se ubica en la disfunción de un mecanismo biológico específico.

El punto de vista oriental con su definición propia, vislumbra la naturaleza integral de la salud, considerando como una armonía física, mental y espiritual. Atienden a los prodigiosos mecanismos de alarma iniciales de nuestro organismo, es allí donde las terapias restaurativas e inofensivas como la Acupuntura, Laseropuntura, Moxibustión, digito puntura, masaje, etc., son muy valiosas ante los primeros síntomas de desequilibrio orgánico-funcional y también ya cuando se ha hecho crónico tal o cual problema como consecuencia de un sistema inmunológico incompetente ante las amenazas actuales diarias. Toman en cuenta que, quien padece una enfermedad difícilmente puede aspirar a una real curación, sea cual sea el tratamiento que reciba, mientras su vida emocional continúe perturbada. (O)

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