Madre, un canto a la vida

Ciudad
Sus ánimos han mejorado y recuerda con nostalgia lo que tuvo que vivir; a su vez, agradece a Dios por esta segunda oportunidad de vida. (Foto El Heraldo)

Betty Hidalgo, madre de cinco hijos, tuvo que librar una gran batalla al enfrentar la enfermedad que se ha llevado a miles de personas, COVID-19. Una de sus hijas, Andrea Hidalgo, cuenta esta historia.

Era enero de 2021, tiempo en que la mayoría de gente imagina sueños, se propone metas y plantea nuevos propósitos alrededor de su vida. Nada podría salir mal; arrancaba un nuevo ciclo y todo se reduce a “borrón y cuenta nueva”. 

Pero algo inesperado obligó a hacer una pausa abrupta la mañana del domingo 24 de enero. Un velo gris cayó sobre la joven y sus hermanos. “Era un simple resfriado, un malestar que pronto pasaría, así nos decíamos, pero mi madre, la mujer más fuerte que haya conocido”, contó. La madres de 59 años, pero con la sabiduría de una mujer de un siglo de edad, la alegría y ternura de una niña, tenía la esperanza intacta de quien apenas empieza a vivir.  

Esa misma tarde, después de una evaluación médica fue derivada, de forma inmediata a una casa de salud, buscar una cama en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), realizar las pruebas y análisis correspondientes, para iniciar el tratamiento y esperar su evolución. 

Nadie, hasta ahora, entiende cómo sucedió el contagio, si desde el principio de la emergencia sanitaria toda la familia tomó las medidas necesarias para evitar esta situación. Las preguntas para la familia eran inevitables: ¿Por qué a nosotros?, ¿vamos a superar esta prueba?, ¿qué será de mis hermanos y de mí si ella nos llegara a faltar? Ninguna pregunta tenía respuesta y solo servían para ahondar más la angustia.

Desde aquel domingo, pasaron seis días en que la incertidumbre, el miedo y el desvelo, las preocupaciones y la rabia no dejaban de acechar. A esto se sumaba la desesperación de obtener medicación que no había en el hospital donde estaba asilada. 

El viernes 29 de enero, tuvo que ser trasladada en ambulancia a otro centro médico, al sur de Quito. Allí permaneció internada por 15 días más. “Dice en la Biblia, que, “si tuviéramos la fe de un grano de mostaza, podríamos decir a un monte que se mueva y este se movería (…)” Mateo 17:20. Y así obramos desde nuestro corazón”, añadió.

Afrontaron esta situación con mucho temor y se mantuvieron fuertes por la fe en Dios y en la Virgen Dolorosa, de quien su madre es devota. La recuperación llegó con el alta y en casa continuó con dieta estricta de alimentos que debía ser balanceada y saludable, además de utilizar por varias semanas más el oxígeno. Era muy difícil que pueda respirar por sí sola, en varias ocasiones caía en desesperación. Actualmente, se encuentra estable; tres meses después de lo ocurrido aún continúa con terapias de rehabilitación respiratoria y física, dos veces por semana. (I)

Deja una respuesta